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José Alperovich asegura que no violó a su sobrina y pidió ir a juicio para probar su inocencia

Una sobrina del senador José Alperovich lo denunció por violación: “Al monstruo hay que ponerle nombre y apellido”

Según publica La Nación El exsenador y exgobernador de Tucumán asegura tener pruebas para revertir la denuncia por abuso sexual.

Por: Fabián López

El exsenador nacional y exgobernador de Tucumán José Alperovich criticó el fallo del juez Osvaldo Rappa que dispuso su procesamiento y reclamó ir a un “juicio oral amplio” para probar su inocencia en la causa por presunto abuso sexual contra una sobrina suya.

“El distinguido juez Osvaldo Rappa ha dictado mi procesamiento siguiendo la versión de la denunciante. Lamentablemente no tuvo en cuenta pruebas importantes para reconstruir lo sucedido -testimonios, chats, informes de psicólogos y mucha otra prueba aportada a la causa-”, expuso Alperovich en un mensaje que compartió a través de sus redes sociales.

Tal como había afirmado cuando declaró, vía Zoom, ante el Juzgado Criminal y Correccional 35 de Buenos Aires, donde se tramita el expediente, el exgobernador de Tucumán aseguró que no cometió los delitos de los que se lo acusa. “Jamás abusé de la denunciante y no existió ningún delito. Mucha prueba, entre ella, testigos citados por la denunciante, me respaldan”, insistió.

En su descargo público, Alperovich expresó su deseo de “que se celebre un juicio oral amplio, con todas las pruebas y se llegue a la verdad”. Y remarcó: “Soy inocente y a la corta o la larga así la verdad saldrá a la luz”.

Por último, agradeció “los mensajes de apoyo” que recibió en las últimas horas. “Somos fuertes y saldremos adelante”, enfatizó Alperovich en su comunicado en redes, que fue compartido por sus hijos y por su esposa, la expresidenta provisional del Senado, Beatriz Rojkés.

En una resolución de 419 páginas, el juez Rappa decretó el procesamiento del exsenador peronista por considerarlo presunto autor, penalmente responsable, de nueve hechos de abuso sexual contra una sobrina y excolaboradora suya -tres por abuso sexual simple y abuso sexual agravado en seis oportunidades-.

En la sentencia, el magistrado enfatizó sobre “el sometimiento sexual ultrajante” que Alperovich habría cometido contra su sobrina, dispuso que continúe en libertad mientras avanza la causa y le trabó un embargo de bienes por 2,5 millones de pesos.

Si el fallo del juez Rappa queda firme, el exgobernador deberá enfrentar un juicio oral y podría recibir una condena de entre 6 y 15 años de cárcel, según está contemplado en el Código Penal de la Nación.

En noviembre de 2019, una sobrina segunda y excolaboradora de Alperovich lo denunció por abuso sexual en los tribunales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y, en paralelo, hizo una presentación en la capital tucumana, debido a que los hechos habrían ocurrido en ambos distritos.

La causa estuvo frenada durante casi dos años debido a un conflicto de competencia entre la Justicia tucumana, que es donde Alperovich quería ser investigado, y los tribunales porteños.

Finalmente, la disputa jurisdiccional llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que se hizo eco de los fundamentos del procurador interino, Eduardo Casal, y determinó que la causa por abuso sexual debía investigarse en el Juzgado de CABA que encabeza Rappa. Este fue un duro revés para Alperovich, quien entre 2003 y 2015, mientras fue gobernador de Tucumán, designó a decenas de jueces y moldeó un Justicia provincial a su medida, por la que pretendía ser juzgado.

“Un mounstro”

En noviembre de 2019, cuando tenía 29 años, una sobrina de Alperovich lo denunció por violación e hizo pública una carta en la que reveló detalles escalofriantes de los abusos a los que fue sometida entre diciembre de 2017 y mayo de 2019.

“Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras”, contó la mujer, quien calificó a su tío como “un monstruo”.

“No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mí. Ya se cansaría de mí, de que no quiera, de que sea “asexuada” como me llamaba. Pero su fijación no cesaba, durante mucho tiempo quiso más y más seguido, con más ganas, con más fuerza, con más violencia por mi resistencia”, describió la víctima. (La Nación)

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