El Obispo Juan Carlos Romanín rechazó la unión homosexual

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    El Obispo Juan Carlos Romanín - Foto: OPI Santa Cruz
    30/12 – 15:30 – El prelado se expidió mediante un comunicado sobre la unión en matrimonio de personas homosexuales, considerando que “en estas uniones están ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y la familia”. Romanín consideró que “esto constituye un signo de grave ligereza y sienta un serio precedente legislativo para nuestro país y para toda Latinoamérica”.

    Monseñor Juan Carlos Romaín hizo declaraciones a través de su departamento de Prensa, sobre su posición en cuanto a la unión homosexual, de acuerdo al punto de vista de la Iglesia y teniendo en cuenta que hace pocos días se formalizó el primer casamiento en Ushuaia, Tierra del Fuego. Al respecto al Obispo indicó en parte de sus declaraciones:

    Es necesario aclarar que el respeto a estas personas no implica el legalizar sus actos. Debemos pensar en las generaciones venideras, como los niños, crecerán pensando que esta conducta homosexual es natural, especialmente si lo hacen en un “hogar” homosexual.

    Pedimos a la sociedad promulgar leyes de acuerdo con el orden moral y al respeto de los derechos inalienables de cada persona. Como dice Santo Tomás de Aquino: “Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón”. Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo.

    En las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia. Éstas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana. En dichas uniones no sólo se niega la posibilidad de la procreación, sino que ante una posible adopción, se le estaría negando al niño la experiencia de la maternidad y de la paternidad. “En toda adopción legítima se procede en base a la consigna “la cual no consiste en buscar un niño para un hogar, sino encontrar una familia para ese niño.” (CEA, Directorio Pastoral Familiar, nº 178, a)

    La sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio. La pareja heterosexual dentro de la familia ejerce un rol procreativo y un rol educativo. Una unión homosexual cambiaría radicalmente lo que hoy entendemos por familia: padre, madre e hijos. La consecuencia inevitable del reconocimiento legal de las uniones homosexuales es la redefinición del matrimonio.

    “Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son, por lo tanto, de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común”. “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales”, Congregación para la Doctrina de la Fe, 3 de junio de 2003)

    Por otro lado, el no reconocer las uniones homosexuales no deja de lado todos los derechos que la sociedad le reconoce a cada uno de estos individuos, por lo que es falso que se diga que tienen menos derechos civiles que otros. Los derechos fundamentales de toda persona deben ser respetados.

    Nos llama la atención que no se haya permitido dar un debate prolongado y profundo sobre una cuestión de tamaña trascendencia y, en cambio, se haya hecho todo silenciosa y sorpresivamente. Esto constituye un signo de grave ligereza y sienta un serio precedente legislativo para nuestro país y para toda Latinoamérica.

    Como Iglesia, llamamos la atención a todos los católicos, sobre todo a los que están involucrados en la política, especialmente a aquellos que ejercen funciones en los poderes del Estado, recordándoles que resulta un acto inmoral grave el hecho de que un católico apoye la legalización de las uniones homosexuales.

    Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría convertirlo en un anti-modelo para la sociedad actual, ya que rechaza valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia pide recuperar el respeto por la familia, “lugar afectivo en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y a ser amado.” (“Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad”, CEA, 14 noviembre 2008)” – (Agencia OPI Santa Cruz)

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