Los hermanos parricidas pelean por la caja, mientras Sergio Schoklender vive en un “delirante lujo”

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    26/05 – 14:30 – Lo que siempre se supo y se sospechó, debido al manejo millonario que Hebbe de Bonafini y sus “colaboradores” hacían y hacen de los fondos públicos, salió a la superficie debido a un desliz de uno de los parricidas, que vive ostentosamente como un rico ganando por recibo de sueldo solo 5.000 pesos. La pelea con el hermano Pablo, otro asesino de sus padres que cumplió su pena el año pasado y se sumó a esta la cruzada de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, por cuyas manos pasan cientos de millones de pesos, amorosamente asignados por Kirchner y ahora por Cristina.

    Tal como lo expresa el diario Clarín, Segio Schoklender compró una casa de 19 habitaciones y 14 baños y se movió por todo el país en jets privados. El 28 de febrero de 2008, Sergio Mauricio Shocklender compró una casa en José C. Paz que él mismo bautizó entonces como una «casa delirante» : tiene diecinueve habitaciones, catorce baños, cancha de tenis, cancha de fútbol, vestuarios, juegos para niños, quincho para 60 personas, piscina de 145 metros cuadrados , solarium, terraza, caminos internos, fuentes decorativas, pérgolas antiguas y hasta una vieja boite, como él la denominó.

    La mansión está en medio de una vegetación exuberante, y 12 mil metros cuadrados de parque bajo una privacidad absoluta: un muro de ladrillos de tres metros de altura, con salida a tres calles impide que algo pueda verse desde afuera. ¿Suena a una compra excéntrica? Pero hay más detalles de una vida de lujos: el hasta ayer apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo viajaba, por placer y por trabajo, en un jet Citation o un Pipper Cheyenne Turbo.

    Hace muchos años que Schoklender no repara en gastos: un viaje a Resistencia (por citar un destino al que viajaba con frecuencia) le costaba siete mil dólares. Ha llegado a volar hasta tres veces en un mismo día.

    Estas son, apenas, algunas curiosidades de la increíble vida de Schoklender, para los que no lo quieren el «Monje Negro» de las Madres. Habitué del Casino de Puerto Madero, ya hace algunos años se había ido a vivir al Highland, uno de los countries más exclusivos de la provincia de Buenos Aires, donde conviven empresarios multimillonarios y artistas del jet set.

    También se le adjudicaba, entre otros negocios, un restorán en San Telmo, que fue cerrado inesperadamente. Hasta uno de los últimos chequeos que se pudo hacer en las oficinas de las Madres de Plaza de Mayo, Schoklender cobraba en la Fundación un sueldo de algo más de cinco mil pesos mensuales .La compra de la mansión llama la atención por varios motivos.

    Uno es que está ubicada justo frente a un predio donde las Madres iban a construir viviendas con fondos del Gobierno nacional. Otro es que la compró sin siquiera ir a verla y sólo fue tres veces en los primeros dos años y medio. La compra fue parte de una denuncia de la Coalición Cívica de Elisa Carrió. La CC acusa lo acusa de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero . Schoklender hizo ambas operaciones con un vendedor llamado Jorge Alberto Grisolía, quien le entregó la casa sólo a cambio del depósito de 10 mil pesos. El resto, se acordó, se pagaría en cuotas.

    La aeronave con la que se movía Schoklender hasta hace algunos meses está a nombre de Meldorek S.A, una sociedad que también tendría un Pipper Chayanne matrícula LV-MNR, al que también solía subirse el apoderado de las Madres. El lujo de volar en jet privado puede medirse si se compara con otros clientes que también lo utilizan. Un nombre lo dice todo: la familia Otero Monsegur, propietaria del Banco Francés, suele utilizarlo para escapadas de fin de semana.

    Cuando está en Buenos Aires, el Cessna duerme en el hangar Aviaser S.A, del aeropuerto de San Fernando. El piloto que estaba registrado hasta hace algunos meses era Gustavo Serventich y su copiloto era Fernando Moyo.

    Cuatro fuentes del mercado aeronáutico confirmaron que en algún tramo del año pasado, Schoklender lo utilizó con indisimulable frecuencia. Siempre combinó placer con trabajo: fue a supervisar obras de las Madres, pero también se trasladó con su familia en viajes personales.

    En diciembre de 2006, Schoklender alquiló una casa en el country Hihgland para pasar el verano a nombre de su mujer, Viviana Sala. Schoklender intentó mantener el perfil bajo, pero una línea publicada en los medios llegó a la comisión directiva del country que trató en una reunión la posibilidad de pedirle al titular de la casa que cancelara el contrato vigente. Varios vecinos cuestionaban el hecho de tener dentro del barrio a un hombre que había sido condenado por matar a sus padres. (Clarin/Agencia OPI santa Cruz)

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