Flamarique llora, De la Rúa tiembla, Santibáñez reza: los muertos pasan por la puerta

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    14/09 – 17:00 – Sentados en el banquillo de los Tribunales, Flamarique no siente más que impotencia, mucha rabia y llora. De la Rúa, con los ojos perdidos, parece preguntarse ¿Por qué a mí? y Fernando de Santibañez, con la cabeza baja, entrelaza los dedos como rezándole al Supremo, para que los saque del cepo. Son todos los muertos de la corrupción Radical. Igual que la menemista, pero sin apariencia de guapos, sino más de bien de cobardes compungidos, circulan por el juicio oral que les cayó a los padres de la Banelco. Vale la pena recordar, que el poder se pierde, cuando el gobernante declina o perece su gobierno. Este es el caso y se lo tienen merecido. (Por: Rubén Lasagno)

    Artífice del “lápiz rojo” en la SIDE, el 01 de enero del 2001, el eficaz diario Página 12, que sobrevoló todos los gustos ideológicos (y escatológicos) de la política, se solazaba de una impresionante medida que tomaba el flamante “Señor 5” (Secretario de Inteligencia de Estado), Fernando de Santibañez, quien había llegado a “poner orden en la casa” y mesiánicamente dejaba más de 1200 agentes de la repartición en la calle. Algunos sin renovación de los contratos y otros mediante la jubilación forzosa. El objeto era, según consta en declaraciones del ex banquero “darle eficiencia y mayor nivel académico, parámetros tenidos en cuenta a la hora de realizar la selección de personal”.

    “Durante la gestión menemista la SIDE vivió un tiempo de derroche”, siguió diciendo Santibañez, quien cuando le preguntaron cuál había sido el criterio de selección dijo “La idea fue seleccionar el personal de acuerdo a las exigencias de la SIDE para esta etapa, que es la de garantizar las libertades públicas y a su vez ser una eficiente agencia de informaciones para la actividad presidencial”.

    Explicó también “el Señor 5” que apuntaban a “no gastar lo que no se tiene ni malgastar el dinero de la gente” y aseguró que habría un reducción de 160 millones de pesos, en el presupuesto.

    A los pocos meses, además de operaciones políticas en contra de todos los opositores, desde la SIDE salían más de cinco millones de pesos en una valija para comprar senadores aplaudidores, diputados y periodistas. Página 12 y otros medios seguían viendo las bondades del delaurrismo y reconociendo en Santibañez a un moderno funcionario que no se perdía oportunidad de mostrar su rostro sonriente en cada foto y ante cada cámara de televisión que se le pusiera enfrente. Hoy, 11 años después, tiempo que le permitió cultivar la hipertensión arterial que traen los malos tragos de la vida, los ojos miran al piso, llenos de vergüenza y entristecidos, porque se les terminó la impunidad y se descubrió quiénes eran, realmente, aquellos predadores de la antimoral que había instalado otro ejemplo de la debacle pública, Carlos Menem.

    Alberto Flamarique, otro soberbio que por aquellos años encaraba a las cámaras con pinta de un “taita” del bajo Flores, que hablaba de los gremios como si fueran sus hijos, mientras metía la mano en las valijas llena de dólares, llora porque le da bronca lo que le está pasando. Ni hablar del balbuceante De La Rúa, incompetente y casi alienado de la realidad, una construcción política impresionante del aparato propagandístico que llevó adelante Agulla & Baccetti, los mentores de “la llama que llama” y tantos éxitos publicitarios que nos hizo reír a los argentinos, como llorar, también, con logros como los de la Alianza.

    “Eso háblenlo con De Santibañes”, le decía De La Rúa al senador Genoud cuando éste le decía que los “Peronistas” le pedían más plata para aprobar la ley de reforma (como corresponde). “Para los senadores tengo la Banelco”, gritaba Flamarique, ostentando la impunidad que le daba el poder y el dinero público que se gastaba a mansalva desde los espacios públicos que habían alquilado, donde arribaron con el mensaje del lápiz rojo.

    Todos ellos hoy, lloran, están amargados, sufren, padecen su historia y creen que son víctimas y no victimarios. Creen que todo lo que hicieron “fue por el país” y no asumen que el robo, el fraude, la corrupción y el delito en el desempeño de la función pública, algún día puede ser castigado, aún en un país donde la justicia es lenta y está consagrada al robo de gallinas, más que a juzgar a los culpables de los saqueos sistemáticos a nuestras instituciones y a las arcas públicas.

    No hay duda que cuando el poder declina, la “justicia” crece en forma inversamente proporcional. Por eso es que los presidentes proponen su perpetuidad. Lo hizo Menem, lo pretende CFK, lo lleva adelante Chávez y lo impuso ditactorialmente Fidel. El miedo a pisar los estrados es devastador, pero la realidad dice que ese destino es ineludible.

    No se puede construir una República, mientras anden sueltos los principales responsables políticos que se cargaron 85 muertos en la AMIA, los 29 de la embajada de Israel, los 36 muertos y más de 1.000 heridos en todo el país en diciembre del 2001 o las 51 víctimas fatales y más de 700 heridos en los trenes de 11. (Agencia OPI Santa Cruz)

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