EL DÍA QUE GANA LA VERDAD

Día del periodista

El día del periodista se conmemora solo con pocas palabras: verdad, valentía, compromiso y honestidad. El periodista debe ser acético, crítico, apolítico, contrapoder y es el único autorizado por la opinión pública para hurgar en los oscuros rincones de la mentira, la corrupción, el engaño y la traición política y social

Hoy más que nunca el periodismo se ejerce desde el corazón y no desde una cuenta bancaria. Hay quienes eligen la profesión para ganar unos pesos, otros para vivir acomodados y otros que no lucran con la información y van al hueso de la realidad. Esos son los que verdaderamente sobreviven las contingencias y merecen los honores.

Periodista no se es, se hace. El primer paso son los claustros universitarios. No es lo mismo trabajar de periodista, que serlo. Ni cualquiera que es periodista cumple con la honestidad profesional y muchos son simples quinta columnas, desleales de la profesión que juegan escribiendo alabanzas al poder político de turno al que sirven, retratando una realidad lavada o consintiendo con una pluma militante, la corrupción y las bajezas del poder, abonándolo ostensiblemente con el silencio cómplice. Esos no son periodistas, son otra cosa.

El periodista respira peligro, ansiedad, inseguridad, duda, necesidad, amenazas, se expone y aún así va hacia el único objetivo que es: descubrir la verdad y contarla sin atajos. En el mundo de hoy ya no importa llegar primero, lo importante es llegar con todo el panorama que le permita al lector, consustanciarse con la noticia y no solo con adelantos cuyos contenidos deban ir a buscarlos a otros medios. De alguna manera el trabajo periodístico de hoy, vuelve a los albores del periodismo de los años 30, cuando las noticias mejor desarrolladas eran las mejor consolidadas por los mass media y mejor captadas por el receptor.

Muchos son periodistas y otros se creen tales, por realizar copy y paste de los partes de prensa o comunicados que llegan a una redacción, o dar lectura a los contenidos radiales sin volcar la mínima opinión ni análisis de la realidad que les pasa por al lado, especialmente si esa realidad es alterada por quienes ponen pautas en sus medios o pagan luminosos banners en los diarios digitales o de papel.

El buen periodismo no paga, o paga poco, o paga mal. No es lo mismo un dueño de medio que un periodista. Y si ambos coinciden, es importante ver la línea editorial del medio para saber si prima el periodista o el comerciante, en el producto final.

Tener no es signo de malvado y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud” escribió Silvio Rodriguez en su copla “Canción de navidad” una metáfora extraordinaria presente en varios aspectos de la vida humana, tan simple y aplicable a nuestra profesión que difícilmente se puede juzgar a un periodista por lo que tiene como prueba de honestidad, pero indudablemente en nuestro país estamos acostumbrados a encontrar comerciantes del periodismo enriquecidos espontáneamente, quienes reivindican el negocio por sobre la profesión y allí si, colisiona la realidad con la inteligente analogía del trovador cubano.

Felices los que hacen periodismo siendo periodistas. La información libre nos abre la cabeza, nos libera y nos produce ese bálsamo reparador de saber que alguien está más atentos que nosotros, para contarnos de forma coloquial, los graves pecados que se ciernen y producen en el ejercicio de la democracia y en nombre de la República, a la que rara vez se respeta.

Con el verdadero periodismo, gana la verdad. ¡Feliz semana del periodista!, a los periodistas. (OPI Santa Cruz)

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