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Leliqs y pases: el Banco Central pagó $250.000 millones en intereses en dos meses y medio

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Banco Central - Foto: Marcos Brindicci
Banco Central - Foto: Marcos Brindicci

Según publica La Nación Es un promedio mensual de $98.000 millones desde marzo, 23% más que los $80.164 millones que erogó la entidad en octubre de 2019, la mayor de la era Macri.

Por: Javier Blanco

El Banco Central (BCRA) pagó en los últimos dos meses y medio $250.000 millones por las operaciones que pacta con bancos para venderles Letras de Liquidez (Leliqs) o tomarle créditos (pases pasivos) que habitualmente realiza para retirar pesos de circulación. Puntualmente, fueron $102.056 millones en marzo, US$94.797 millones en abril y el resto en lo que va de mayo.

Para darse una idea del monto, es la misma cifra que dedicará el Gobierno a sostener durante todo el año el mayor plan de asistencia alimentaria que lanzó en la emergencia sanitaria y profundizó semanas atrás. En el marco de la última reunión del programa Argentina contra el Hambre, hace 10 días, el Gobierno amplió a los beneficios de la Tarjeta Alimentar a unas 400.000 familias más, aumentó los montos ($6000 por mes para familias con un hijo, $9000 para quienes tengan 2 y $12.000 para quienes tengan más de dos) y elevó las edades de cobertura (llega ahora hasta los 14 años). Así extendió a 1,5 a 1,9 millones de familias (alrededor de 3,7 millones de chicos y chicas) la cobertura, con una inversión de $250.000 millones, equivalente al 0,7% del PBI.

La entidad que conduce Miguel Pesce usó un monto similar en apenas 55 días hábiles para atender las obligaciones que tomó con los bancos, al pagarles unos $98.500 millones en promedio por mes en ese lapso, cifra que supone oblar unos $4470 millones por jornada hábil, $186,24 millones por hora, $3,1 millones por minuto o $51.820 por segundo.

Ese promedio mensual ya es 23% más cara que la de $80.164 millones que le tocó pagar a la entidad en octubre de 2019, la mayor de la gestión Sandleris en el ocaso de la administración Macri, con tasas que fueron en aquel mes del 77% al 68% nominal anual.

El dato muestra elocuentemente los costos que asume la entidad monetaria, tras haber asistido al Tesoro Nacional en más de $2,2 billones en los últimos 16 meses y medio, lo que hizo crecer exponencialmente su deuda total remunerada que pasó de $1,09 billones (al 10 de diciembre de 2019) a $3,55 billones en la actualidad (+226%), para intentar evitar que un desborde monetario mayor corra el riesgo de potencial aún más a la elevada inflación actual.

son costos que vienen en ascenso sostenido, aunque el BCRA mantiene congelada en el 38% anual la tasa con que remunera las Leliqs y también del 32% al 36,5% la que paga por los pases pasivos desde hace un semestre, porque su deuda no deja de crecer.

La nueva “bola” ya no sólo se expande porque el BCRA pone en circulación pesos para asistir al fisco, sino porque, desde hace meses, además inyecta a la economía unos $130.000 millones más por mes como resultante de los pesos que emite para posibilitar la sostenida compra de dólares (adquirió casi US$5200 millones en lo que va del año).

Con dichas compras, que rondaron hoy los US$195 millones, apunta a recomponer su tenencia neta de reservas, que había vuelto a tocar niveles mínimos en octubre del año pasado y ahora se acercan a los los US$7000 millones, aunque se mantienen “por debajo de lo que cualquier evaluación de riesgo recomienda”, como reveló el ministro de Economía, Martín Guzmán, en la carta dirigida a Emmanuel Moulin, presidente del Club de París y ministro de Economía de Francia hace poco más de un mes.

El nivel que alcanza la deuda remunerada del BCRA además vuelve a inquietar. “Ya alcanzó un nivel respecto al PBI mayor al 11% y alcanzó el máximo de la ‘bola de lebacs’. Y los pasivos remunerados medidos contra la posición de reservas netas nos dice que, por cada dólar suyo, el BCRA tiene comprometidos unos $890 entre base monetaria (BM) y el total de pasivos remunerados”, hizo notar la consultora LCG en un informe reciente.

Los economistas, en general, valoran el esfuerzo contractivo que lleva adelante el BCRA desde febrero y lo consideran uno de los factores que debería ayudar a reducir la tasa de inflación de manera genuina desde junio en adelante, dado el rezago que tienen las políticas monetarias, en especial porque el resto de las iniciativas (los acuerdos de precios, la ralentización en ajustes de tarifas reguladas) sólo apuntan a diferirla (constituyen inflación reprimida o futura).

Pero advierten que ese esfuerzo bien puede resultar estéril si no le suma una suba de tasas que convenza a quienes tengan pesos excedentes para invertirlos y el Gobierno no logra volver a tomar control de las expectativas inflacionarias. “Ya van siete meses en los que la inflación supera la tasa con que se remunera a los depósitos con una holgura que va en aumento”, hizo notar el economista Nery Persichini, de GMA Capital.

“La política monetaria debería ser más dura: no alcanza con reducir la base monetaria a fuerza de esterilización e inflación, sino que debería trabajar con mayor foco sobre los agregados monetarios más grandes como los medios de pago (M2) que en 2020 crecieron 35% real y hoy está recortando apenas 1,3% real anual. Sin credibilidad ni reputación, el camino más eficaz para empezar a reconstruir la confianza en la moneda es ofrecer una mayor tasa. De lo contrario, la sensación de que los bienes y la moneda extranjera están baratos seguiría siendo un denominador común”, apunta.

Para Persichini, el BCRA debería tener en cuenta que la gente ya no busca retener los pesos como lo hacía a esta misma altura de 2020 de manera preventiva con la cuarentena más dura en plena vigencia. “Con la demanda de pesos ahora hay un ‘boomerang’ y esta caída en la demanda de dinero, o el aumento de la velocidad de circulación, complejiza aún más el panorama monetario. Ahora no solo importa la cantidad de pesos (oferta) sino la voluntad e incentivos de la demanda”, explica.

“El BCRA está en una situación incómoda: debería subir la tasa de interés para mostrar al menos gestualmente mayor compromiso antiinflacionaria. Pero, de hacerlo, deberá asumir costos mayores y aumentará su descapitalización, lo que puede llevar intranquilidad al mercado, cuando ya su balance 2020 le dejó menos margen”, observaron desde LCG.

Eso explica la resistencia que la entidad muestra a analizar una suba de tasas pasivas, aun cuando la inflación las haya dejado cada vez más atrasadas. (La Nación)

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