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El Banco Central emitió el año pasado $3,8 billones para pagar su deuda: ahora llega a $10,03 billones

Banco Central - Foto: NA

Según publica La Nación Es un monto que representa casi dos tercios del circulante en la economía; por qué complica los intentos por bajar la inflación.

Por: Javier Blanco

El Banco Central emitió el año pasado la friolera de $3,38 billones para pagarles a los bancos los intereses que genera su cada vez más abultada deuda remunerada. Se trata del pasivo compuesto por las Letras de Liquidez (Leliqs) y los pases que toma para retirar parte de los pesos que emitió en exceso, y que más que se duplicó en ese lapso (pasó de $4,73 a $10,03 billones en total) además de crecer en 9,2 veces en términos nominales desde que asumió Alberto Fernández.

Paradójicamente es un pasivo que, en tiempos de la última campaña presidencial, el hoy primer mandatario consideró que había sido generado por la “usura” y había prometido “dejar de pagar” para poder volcar esos recursos a financiar un aumento del 20% en las jubilaciones.

Si quisiera cumplir con ese compromiso hoy (algo imposible porque son recursos que los bancos usan para pagar a su vez los depósitos que captan del público a tasas que están reguladas) en teoría podrían mejorarle en un 55% los ingresos a los pasivos.

El BCRA explica que este pasivo creció como contrapartida “de las políticas implementadas para asistir al Tesoro Nacional frente a la pandemia de Covid-19, estabilizar el mercado de deuda soberana frente a los episodios de excesiva volatilidad financiera, fortalecer sus reservas internacionales y promover mejores rendimientos para los ahorristas”, y considera -algo autoindulgente- que eso “contribuyó a reducir las presiones en el mercado de cambios y fortalecer la demanda de activos denominados en pesos”.

La montaña de pesos que la entidad conducida por Miguel Pesce debió imprimir para cumplir con este compromiso representa el 94% del total que tenía previsto asumir el Tesoro Nacional para enfrentar los “gastos de personal” de la administración pública nacional en el presupuesto 2022 original (un total de $3,6 billones).

El monto representa a su vez casi dos tercios de la Base Monetaria (BM), es decir, la suma del total del efectivo en poder del público más lo que mantengan los bancos en sus reservas prudenciales -ya sea en caja o depositado en las cuentas que tienen en el BCRA-. Hace un año esa relación era menor al 40% (del 39,7%) y hace dos años menor al 30% (del 29,2%).

De hecho incluso adquirió la capacidad de duplicar ese agregado clave para la salud de la economía cada seis meses, tomando en cuenta que su pago insumió en diciembre ya $0,562 billones, cuando había costado $0,145 billones en diciembre del 2021 y apenas $0,083 billones en igual mes del 2020.

Desde ya, se trata de un nivel de emisión que complejiza cualquier intento por lograr un descenso de la inflación y hace que las expectativas respecto de su evolución se mantengan muy altas porque, como bien explicó -por caso- la economista Silvina Batakis (ex fugaz titular de Economía y actual presidenta del Banco Nacion) en una entrevista concedida en marzo del 2019 la denominada “Bola de Leliqs” no es más que “inflación reprimida” y su crecimiento constante supone “grandes riesgos”.

Son todos datos que surgen de la última actualización del informe monetario que publica periódicamente el BCRA y dan cuenta de la “vida propia” que tomó esta pesada deuda, como vienen advirtiendo desde hace meses la mayor parte de los analistas. Y que demuestran que la política de esterilización perdió no sólo perdió eficacia -si alguna vez la tuvo- sino que hasta se puede tornar nociva para la salud del peso.

Después de todo, tuvo precisamente en su elevado “costo de mantenimiento” la mayor fuente de alimentación durante el 2022, dado que para la compra de reservas el ente monetario destinó “sólo” $1,48 billones (un 56%) aun cuando terminó pagando por la mayor parte de los dólares adquiridos precios un 36% promedio más caros de los que cobró cada vez que le tocó venderlas. Esto ocurre por la implementación por dos meses del dólar soja, el programa de estímulo a las exportaciones sojeras que lo obligó a pagarlos a $200 y 230 en septiembre y diciembre.

Sin embargo, en la segunda parte del año compartió ese rol con la emisión que el BCRA hizo para recomprar títulos de la deuda pública nacional mediante intervenciones en los mercados secundarios, ya sea para sostener sus cotizaciones o darles liquidez a los entes públicos que los tenían en cartera para que pudieran presentarse a las licitaciones de deuda que periódicamente realiza el Gobierno para buscar financiamiento y cubrir su déficit.

Es algo sobre lo que advierte el economista Gabriel Caamaño (Estudio Ledesma), al hacer notar que la estrategia de financiamiento monetario al Tesoro dejó de ser por vía directa para pasar a ser por vía “indirecta”.

En este sentido, durante el 2022 no se registraron más giros de “utilidades contables” porque ya no las hubo (el BCRA viene de perder más de $600 millones en su último balance y agotó las que había atesorado en los últimos años) y las transferencias por Adelantos Transitorios (AT) quedaron congeladas con la llegada de Sergio Massa al ministerio de Economía. Pero se mantuvo activa la monetización de los DEG’s del FMI (por los que el Tesoro se hizo de $200.000 millones en diciembre) y las compras de bonos. “Fue un cambio clave que operó durante el segundo do semestre y que promete haber llegado para quedarse”, advierte Caamaño.

“El financiamiento del BCRA al Tesoro vía AT sumó $620.000 millones en 2022 (0,8% del PBI) cuando había llegado a los $912.600 millones el año anterior, para cumplir con la meta monetaria fijada en el acuerdo con el FMI que le establecía un techo de $654.000 millones para todo el período. Sin embargo, si se consideran las ventas de DEGs de mayo y diciembre la verdadera cifra de financiamiento monetario directo del BCRA al Tesoro ascendió a $1,14 billones (1,4% del PBI)”, detallan desde Facimex Valores.

“Por otro lado, el año cerró con financiamiento neto por 3% del PBI en las licitaciones de deuda en pesos, por encima del 1,6% alcanzado en 2021. Sin embargo, al descontar las compras estimadas de deuda en pesos del BCRA en el mercado secundario, el verdadero financiamiento neto baja a 0,25% del PBI. Esto sugiere que el Tesoro cubrió más del 90% de su brecha de financiamiento con emisión monetaria (sumando canales directos e indirectos). Y esperamos que este año ocurra algo similar”, agregan.

Para el BCRA “el sostenido crecimiento económico y una moderación en la tasa de inflación dará lugar a una mayor demanda de saldos monetarios reales, lo que favorecerá que la demanda de base monetaria sea provista por los intereses asociados a sus pasivos remunerados y, potencialmente, por una reducción de su stock”, según explicó en su último Informe de Política Monetaria (IPOM).

Es una ilusión que ya había manifestado en otros documentos durante los últimos años pero que no se materializó, aunque la tasa de actividad rebotó más de 10% en 2021 y cerca del 5% durante el año pasado. (La Nación)

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