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La inflación de diciembre de 2022 fue de 5,1% y cerró el año con un aumento de 94,8%

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La inflación del año 2022 fue de un 94,8% - Foto: NA
La inflación del año 2022 fue de un 94,8% - Foto: NA

Según publica La Nación Se trata de la mayor suba de precios anual desde 1991; los alimentos tuvieron un alza de 4,7%; en tanto, la medida núcleo avanzó 5,3% en el mes.

Por: Francisco Jueguen

La Argentina terminó 2022 con una inflación anual de 94,8%, la mayor en 32 años y superó así el umbral fijado en 1991 tras el lanzamiento de la convertibilidad (84%), que buscaba dejar atrás dos hiperinflaciones. El dato anual del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner eclipsó por más de 40 puntos la suba de precios de 2019, el último año de Mauricio Macri en el poder.

Pero frente al avance de precios de 2021 (50,9%), la inflación avanzó incluso más: 44 puntos. Fue un salto similar al que se registró entre 2001 y 2002, sin el freno de la actividad económica registrado aquel año. Hubo dos fuertes motores del avance de los precios durante el año pasado. El primero, con impacto global, fue la invasión de Rusia a Ucrania, que recalentó los precios internacionales de los alimentos y de la energía; el segundo, bien local, fue la crisis cambiaria que se desató tras la salida de Martín Guzmán, y la deriva política y económica en el Frente de Todos que logró cauterizar la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía.

La Argentina se consolida así como el segundo entre los países con más alta inflación en la región, detrás de Venezuela, que cerró el año pasado con un alza de 305,7%. Pero la variación en el régimen de Nicolás Maduro fue la mitad de la registrada en 2021. El gobierno de Fernández recorrió, en cambio, la senda contraria.

El índice de precios (IPC) nacional de diciembre subió 5,1% y estuvo por debajo de lo esperado por el mercado, que proyectaba 5,7% en promedio para el último mes del año. No obstante, se aceleró unas décimas frente al 4,9% de noviembre y desmintió el anticipo que había esbozado Massa el domingo pasado, cuando le dijo al diario Perfil que el número de diciembre empezaría con un 4. La leve desaceleración de los últimos meses -con relación a julio- permitió un triunfo simbólico, pero pírrico, dada la magnitud del desborde de precios: el dato anual no llegó al 100% (los tres dígitos hubieran requerido un alza de 8%).

El mayor incremento mensual fue para el rubro de Restaurantes y hoteles, que marcó 7,2%. Le siguieron: Bebidas alcohólicas y tabaco (7,1%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (5,9%) y Transporte (5,8%). Los Alimentos y bebidas subieron 4,7%. La inflación núcleo -sin valores estacionales ni regulados- avanzó 5,3%. Este último es un dato que preocupa a los analistas privados, ya que subió medio punto con relación al mes pasado.

Para 2023, el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que compila todos los meses el Banco Central pronosticó un 98,4%, una variación mayor a la de este año, pero algunos puntos por debajo de lo que indicaban previsiones anteriores. Sin embargo, la mirada del mercado es desoladora a largo plazo: según el último REM, el país recién tendría una inflación parecida a la de la “tierra arrasada” descripta por el kirchnerismo en 2019 a fines de 2025 (ven entonces un 51,1%).

El presupuesto 2023 elaborado por el equipo del ministro de Economía estableció, en cambio, una inflación de 60% para este año. La brecha con los privados es de casi 40 puntos.

La inflación es, en todas las encuestas de opinión, la principal preocupación de los argentinos. Es un dato que tienen en cuenta oficialismo y oposición camino a las elecciones presidenciales de octubre.

Dudas de los economistas

Los economistas privados creen que, ante la persistencia de las subas y sobre todo la de la medida núcleo-, sigue siendo un desafío la desaceleración en tiempos de una gran distorsión de precios relativos. Es por eso, señalan, que habrá que confirmarla en un año electoral con probables actualizaciones de ingresos, aumentos tarifarios previstos y una dificultad para atrasar el tipo de cambio por la necesidad de acumular reservas. Esto, en un contexto en el que se mantienen las dudas vinculadas al estrés que puede seguir sufriendo el financiamiento del déficit fiscal mediante deuda en pesos.

Pese a que el nivel general de inflación no alcanzó los tres dígitos, varios capítulos sí vieron duplicados sus valores en doce meses. Es el caso, por ejemplo, de los precios de la indumentaria y el calzado (120,8%) y de los restaurantes y hoteles (108,8%). Los alimentos (95%) estuvieron por encima del promedio, mientras que las tarifas de los servicios públicos (80,4%) se mantuvieron atrasadas.

“Podrá tomarse como exitoso el hecho de reducir la inflación desde registros del 7% en julio a agosto a niveles del 5% hacia fin de año, lo que implica un 80% en términos anualizados, pero entendemos que esta dinámica de desaceleración todavía habrá que confirmarla”, afirmó Melisa Sala, de la consultora LCG. “La baja de la nominalidad no depende únicamente de un programa de control de precios, que habrá que corregir en dos meses, y todavía hay muchas amenazas en el frente para asegurar que se inició un sendero de desaceleración de la inflación”, agregó.

“En 2023, la incidencia del ajuste de tarifas será mayor que en 2022; el manejo de la deuda en pesos y las necesidades de financiamiento del déficit fiscal pueden acarrear momentos de estrés que se reflejen en una mayor brecha cambiaria, y hasta la dinámica de atraso cambiario de este año podría tener que moderarse en la medida que el BCRA siga sin poder acumular divisas de manera genuina en el mercado de cambios”, dijo la economista, y completó: “A su vez, habrá que ver la posibilidad que tiene el Gobierno de condicionar paritarias que contemplen expectativas de una inflación en descenso. Todos estos factores hacen pensar que el piso de inflación para 2023 estará bien cerca de los niveles de cierre del año pasado”.

“En 1991, se había entrado en una política de shock y de cambios en la coordinación macroeconómica para reducir la inflación. En la actualidad, estamos en un proceso que lleva 20 años y que se fue dando de forma lenta, pero continua, y que implica una adaptación de los agentes que hace muy difícil reducir la inflación rápido”, estimó Federico Moll, director de Ecolatina. “Volvemos a 2016, a la disyuntiva de gradualismo o shock, pero con cuatro veces más inflación. En este año nada cambiará demasiado. Pero seguramente se comenzarán a plantear los graves problemas que habrá que enfrentar en 2024 para desarmar este contexto”, concluyó. (La Nación)

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