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Jueces, asesores, psicólogos y cualquier profesional que libere a un asesino reincidente, debería pagar con su libertad la irresponsabilidad de sus acciones

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Jueces, asesores, psicólogos y cualquier profesional que libere a un asesino reincidente, debería pagar con su libertad la irresponsabilidad de sus acciones
Jueces, asesores, psicólogos y cualquier profesional que libere a un asesino reincidente, debería pagar con su libertad la irresponsabilidad de sus acciones

(Por: Rubén Lasagno) – Estamos asistiendo a una época donde la inseguridad es un irremediable efecto de la causa: la desidia política, las leyes benignas, el amparo de la delincuencia, los jueces abolicionistas y los “asesores”, profesionales que en conjunto firman y asienten la liberación de verdaderos animales, quienes, dentro de los muros son mansas ovejitas por obvias razones de supervivencia, pero repuestos en la sociedad indefensa, son lobos feroces que se hacen un festival de sangre, gracias a las decisiones de cuatro cabezones, que en nombre de su “profesionalidad” y “las leyes que lo permiten”, son puestos entre los ciudadanos buenos y honestos donde despliegan sus peores instintos.

Me estoy refiriendo en general a las decisiones de jueces y fiscales quienes incrementan sustancialmente la inseguridad en todo el país, cuando determinan junto a presuntos equipos interdisciplinarios quienes deciden (se supone) que el reo está en condiciones de volver a convivir en un entorno social, aún cuando sus crímenes hayan sido atroces y se trata de violaciones, abusos de menores, femicidas y hasta narcos y asesinos de su propia familia.

Jueces, asesores, psicólogos y cualquier profesional que libere a un asesino reincidente, debería pagar con su libertad la irresponsabilidad de sus acciones
Jueces, asesores, psicólogos y cualquier profesional que libere a un asesino reincidente, debería pagar con su libertad la irresponsabilidad de sus acciones

Los jueces, fiscales y los equipos multidisciplinarios (psicólogos, psiquiatras, sociólgos, etc) que firman las salidas, las liberaciones temporarias o las liberaciones permanentes de quienes luego vuelven a reincidir, deberían afrontar las consecuencias de sus decisiones, con un fuerte castigo por la improcedencia, displicencia y desinterés por la comunidad con la que actúan al reintegrar a estos criminales antes de cumplir su condena, superponiendo en estos casos “el derecho de los delincuentes”, por sobre el del ciudadano honesto e indefenso y de las propias víctimas.

En los últimos casos mediatizados sobre la causa por abusos y tráfico de personas de Marcelo Coraza y Jey Mamón por parte del joven Lucas Bembenutto, descubrimos que todos los culpables de la red de pedofilia están libres y de hecho el joven se cruzó en la calle con uno de ellos que lo secuestró y obligó a prostituirse.

Roberto Santy Lozano en el 2005 estuvo preso un mes. Fue quien mantuvo secuestrado por 8 meses a Lucas Bembenutto de 12 años y lo esclavizó sexualmente, en la trastienda de su librería.

Los otros cómplices de esta cadena de pedofilia fueron el profesor de música Marcelo Rocca Clement y el psicólogo Jorge Corsi en la llamada banda de los boy lovers. Todos ellos con menos de dos años de cárcel cumplida, quedaron libres y están hoy entre nosotros, quizás, cometiendo los mismos delitos.

En la libertad de estas bestias hay abogados, jueces, psicólogos y todo tipo de responsables que usan tecnicismos, argucias para vulnerar las leyes, hasta las técnicas para dejar vencer los términos y que sobrevengan las prescripciones, el ardid de los juicios abreviados, por hechos aberrantes como la violación de menores y el consabido argumento exculpatorio de los responsables de estas liberaciones: “la ley lo permite, cambien las leyes”.

Así como a un médico le cuesta su matrícula, su libertad y su patrimonio, cometer mala praxis con un paciente en el quirófano, en la justicia, los que toman la decisión de devolver a la sociedad a estas bestias irreconciliables con el género humano, deben sufrir un castigo equivalente al daño que producen

Mientras ello no ocurra, hablar y lamentarse, generar charlas, debates y opiniones sobre lo que en definitiva la justicia no hace, es una pérdida de tiempo que no conduce a nada ni tiene ningún efecto mejorador en nuestra sociedad, jaqueada por criminales reincidentes que tienen de su lado los “Derechos Humanos” plenamente negados a la sociedad indefensa, que es la verdadera víctima de esta lacra social y de las decisiones imprudentes de jueces y fiscales, cuando no asociadas en complicidad con las mafias y los delincuentes, de dejar entre los ciudadanos indefensos a criminales confesos. (Agencia OPI Santa Cruz)

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