(Por: Rubén Lasagno) – El Intendente de Río Gallegos, Pablo Grasso, asistió al denominado COFEIN (Consejo Federal de Intendentes), una reunión anual de intendentes de las capitales de provincia, sin ningún sentido práctico, más que vacacionar, viaticar, hacer relaciones políticas y tejer roscas partidarias de tipo regional, donde, por lo general, los jefe comunales declaman sobre lo que no saben, lo que no hacen en sus jurisdicciones o de hacer algo de eso que proponen, solo cuentan los aspectos positivos de su gestión, ocultando en la mayoría de los casos, sus propios fracasos.
Y el caso típico de lo que aquí señalo, es la participación que tuvo el Intendente de esta capital provincial, Pablo Grasso, en el denominado panel “Participación ciudadana. Buenas prácticas” donde el anuncio rimbombante especifica textualmente que se trata de “la exposición de experiencias que combinan el uso de tecnología, espacios colaborativos y estrategia de escucha activa, orientadas a la co-creación de políticas públicas más inclusivas, transparentes y efectivas”. Suena bien, pero es una falacia.
El spot publicitario de los medios locales y provinciales adheridos a la pauta municipal señalaban que el intendente Grasso, con su participación, buscaría “aportar la visión de Río Gallegos y compartir acciones locales que promuevan una gestión más cercana a la comunidad”.
Poco importa aquí analizar las vaguedades que se expresan en este tipo de encuentros políticos que, como el curriculum de alguien que busca trabajo, muestran condiciones inmejorables de los intendentes en cuyas respectivas ciudades no aplican ni el 10% de lo que debaten y salvo raras excepciones que no conocemos, las capitales de provincias buscan a través del voto el cambio permanente de la dirigencia municipal, precisamente, por la falta de empatía que tienen los jefes comunales, con la gente ante los cuales se comprometieron a administrar los recursos.

Lo importante acá es señalar la hipocresía y la demagogia de estas juntadas políticas donde personajes como Pablo Grasso quien después de cinco años y medio sigue en deuda con la ciudad que lo votó, hablan de una realidad de la cual no son parte o al menos no hacen partícipe a los ciudadanos que lo sostienen en su lugar de origen.
Hablar no cuesta nada, gestionar es otra cosa
Si uno lee y relee el temario del cual formó parte Grasso en el debate, se da cuenta que su aporte al mismo fue inocuo, inconsistente con la realidad que como intendente le hace vivir a los vecinos de Río Gallegos.
Se trata de un intendente incapaz, sin planes en beneficio directo de los vecinos, que hace de la transparencia una de sus peores cualidades, que maneja un Concejo Deliberante donde los concejales propios y de la oposicion no controlan, no cuestionan ni preguntan; es un intendente con propensión al capricho y las decisiones unilaterales, que vive en la burbuja social y política desde donde trata de manejar negocios espurios, produce donaciones raras, adjudica tierras a parientes y amigos y apoya negocios que lo ponen en medio de la discusión de si los alienta para promover el comercio local o forma parte de ellos; tiene áreas de gobierno municipal como el de la Niñez con grandes y altas carencias, denuncias y está sobreprotegido por la corporación política local; proviene de una administración kirchnerista del IDUV, atravesada por sospechas de corrupción junto a su hermana (hoy con cargo en el municipio), que el gobierno de Vidal no se preocupa por sacar a la luz; es un intendente con veraz político, alguien que no aporta confiabilidad al vecino, toda vez que incumple con la prestación regular de los servicios básicos en la ciudad (recolección de residuo, asfaltado de calles, cloacas e infraestructura, entre otros), pero ha tenido la ligereza apropiada para aumentar 300% el ABL y más aún las patentes de automotores o cobrar ilegalmente el mantenimiento del asfalto a los frentistas que ya pagaron por la obra, ampliando su voracidad recaudatoria, que dice devolver en obras, pero solo termina cortando cintas de plazas y paseos públicos para chicos, que son interesantes pero no fundamentales, más aún si no se demuestra de dónde saca los fondos para realizarlas y cuál es el sistema de contratación privada que utiliza.
Pablo Grasso es la antítesis de la transparencia y la buena administración, como su antecesores. No se diferencia; una verdadera contradicción a la luz de lo que se escucha en el discurso y lo que se verifica en la práctica. En ese marco y tomando el ejemplo del intendente local que conocemos en relato y acción, debemos reconocer que estos “cónclaves” son meras roscas políticas al amparo de argumentos simulados sobre “intercambios experienciales de gestión” y nada bueno ni loable se rescata allí, para el ciudadano de a pie; solo implica un costo banal más de los políticos atroces que, con el voto, la sociedad pone como administradores y solo trabajan por su futuro político y proyecto personal, sin la mínima conciencia ni intención de buscar la utilidad pública de sus actos, porque en esta ciudad capital, nadie (ni la oposición ni los medios) se preocupan por preguntar por qué y para qué; solo aplauden y engordan el ego de los tramposos. (Agencia OPI Santa Cruz)
Gracias Rubén, que fácil es ser político en Santa Cruz, ni te cuento los hermanitos macana “Carambolia”, nocivos, egoístas, envidiosos, procaces y alergia al trabajo, profusos en los dineros públicos.
cuanta razon en estos parrafos
felicitaciones por animarse a decirlo
CHE NO SE TIREN CON MI POLLO QUE DESPUES QUE HAGA TODO EL GASTO APARECEMOS NOSOTROS Y LO CORREMOS JAJAJA
Y viaja con guita nuestra, se lleva a la herman a los amigos todos en hoteles 5 estrellas viajes, pasajes aereos… bueno lo hace porque a la gente le chupa un huevo
bien hecho
che aflojen que despues engo que salir yo a hacerle una entrevista para que salga a contestar como Jairo