(Por: Rubén Lasagno) – El día 22 de mayo 2025 se cumplieron cuatro años que Marcela López (61), desapareció, se esfumó de la faz de la tierra, sin que hasta el momento haya habido una investigación seria que aporte pruebas concretas de lo sucedido con la vecina que estacionó su auto, salió caminando cerca de la ría local y si nos atenemos a las teorías más descabelladas que aparecieron en el 2021, se suicidó, quizás traspasó un portal que la llevó a otra dimensión o como le dijo la jueza a las hijas, una de las teorías es que se “la puede haber comido un mamífero” (SIC). Así de erráticas e incoherentes han sido las pesquisas y los vaivenes en una causa plagada de irregularidades y omisiones graves.
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Exactamente a cuatro años de aquella tragedia sin resolver, desapareció otra mujer de aproximadamente la misma edad de Marcela y también ocurrió en Río Gallegos y también como en aquel caso, la búsqueda de la vecina Ofelia Navarro de 56 años, sigue sin resultados positivos y hasta se podría decir sin indicios consistentes que lleve a determinar lo ocurrido con esta mujer.
Impericia, inutilidad, incapacidad, falta de recursos, ausencia de conocimiento en búsqueda e investigación de estos casos tan emblemáticos de desaparición de personas en una comunidad relativamente pequeña como Río Gallegos, es el denominador común que rodean a estos icónicos casos donde están involucradas dos mujeres de alrededor de 60 años, con familia, hijos, nietos y un círculo de amistad que sufren, en el caso de Marcela López, cuatro años buscando una respuesta que no han logrado, de autoridades que no saben qué ha ocurrido y en el último triste suceso de Ofelia Navarro, si bien aún los tiempos están dentro de los términos que permite albergar esperanzas, la forma y el contexto de la desaparición, tiñe el panorama de desesperación y remite, indefectiblemente, al extraño caso de Marcela, donde sus hijos ya no guardan ninguna esperanza de encontrar viva a su madre.
Con el triste caso de Marcela López hemos visto extraños sucesos alrededor de aquel triste hecho, vinculaciones políticas, posible presencia de hechos ilícitos por parte de Marcela que le podría haber costado la vida y una recurrente intención de la justicia y los medios por cambiar el ángulo de la investigación y hasta centrarse en las acciones de un rastreador de huellas con perros que trajo la familia, casi como el culpable de distorsionar la escena de un crimen que ni la policía ni la jueza han tenido claro desde un principio y de hecho a cuatro años de ocurrido, todo permanece quieto o archivado.
Esperemos que en el caso de Ofelia Navarro, la situación se aclare rápidamente y las autoridades puedan dar respuesta a la familia y a la sociedad. No es aceptable que la gente desaparezca sin que los investigadores no tengan la mínima idea de lo ocurrido y/o se limiten a producir hipótesis facilistas como la desaparición, un término usualmente aplicado en oportunidad de no saber qué ocurrió, sin la mínima idea de los motivos, las circunstancias y la forma en que la persona puede haber desaparecido sin dejar rastros.
Una vez más, las autoridades judiciales y policiales de la provincia tienen en sus manos la resolución de un enigma. Antes culpamos y responsabilizamos a quienes, en el caso de Marcela López, no quisieron o no pudieron darle a la sociedad una explicación coherente sobre lo ocurrido.
Ahora, bajo otro gobierno, vuelve a ocurrir un hecho similar y estamos a la espera de ver si realmente se han superado los inconvenientes que aportaron 4 años de impunidad en la desaparición de Marcela López o si, quienes deben tomar en sus manos el caso de Ofelia Navarro, han aprendido algo. (Agencia OPI Santa Cruz)