14/12 – 09:30 – El candidato de la derecha a la presidencia de Chile, el empresario Sebastián Piñera, dio ayer un importante paso para terminar con 20 años de hegemonía de la Concertación: se impuso en la primera vuelta con un 44,03% de los votos, contra el 29,62% de Eduardo Frei, del oficialismo, escrutadas prácticamente todas las mesas del país.
Por: Juan Landaburu Enviado especial
La ventaja parece decisiva, pero Piñera deberá derrotar a Frei en el ballottage, que se hará el 17 del mes próximo. El independiente Marco Enríquez-Ominami, la gran sorpresa de la campaña, logró el 20,12%, y el comunista Jorge Arrate, el 6,21 por ciento.
En las elecciones legislativas, que se realizaron ayer junto con las presidenciales, se mantuvo el equilibrio entre las dos grandes coaliciones que monopolizan la política chilena, con un leve mejor de-sempeño de los candidatos de derecha. El próximo presidente de Chile, cualquiera sea su nombre, deberá gobernar con el difícil obstáculo de no contar con mayoría propia en el Congreso.
“Hoy el pueblo de Chile nos ha distinguido con una gran victoria y se ha pronunciado abrumadoramente por el cambio”, señaló un entusiasmado Piñera ante cientos de enfervorizados simpatizantes que aplaudieron cada una de las intervenciones del empresario, que habló como presidente electo.
“Quiero dedicar este triunfo, desde el fondo del corazón, a los que más lo necesitan: a la gente humilde, a los que viven en la pobreza, a nuestra clase media que necesita tanto apoyo”, añadió Piñera, que tiene una fortuna que supera los 1000 millones de dólares, y que a lo largo de toda su campaña apeló constantemente al voto de los sectores medios.
La derecha chilena enfrenta ahora un escenario inmejorable para arrebatarle la presidencia a la Concertación. Con un programa electoral que propuso más continuidad que ruptura en relación con lo hecho a lo largo de las últimas décadas, Piñera, que representa el espacio más centrista de la derecha, fue el primero en lanzar su candidatura presidencial por la Coalición por el Cambio y, aprovechando el desgaste de la coalición gobernante, logró consolidarse rápidamente al frente de las preferencias del electorado.
“Compartimos con Marco [Enríquez-Ominami] y con todos sus seguidores un diagnóstico de una Concertación que está agotada, que está con fatiga de material […] que está cruzada por la corrupción y por la incompetencia”, dijo anoche Piñera, sin ocultar su guiño al decisivo electorado de Enríquez-Ominami.
En el comando de Frei, en el tradicional hotel Plaza San Francisco, reinaba anoche el desconcierto. Se intentó relativizar el segundo puesto, resaltando que en las elecciones de ayer la derecha había obtenido menos votos que en la primera vuelta de 2005.
Con la intención de polarizar al electorado, el ex presidente, cuya candidatura nunca llegó a despertar entusiasmo ni entre los concertacionistas ni entre el resto de los chilenos, lanzó sus dardos contra Piñera y también hizo un llamado a los votantes de Enríquez-Ominami y Arrate.
“El Chile de hoy no calza con un gobierno que concentra en las mismas manos el poder económico, los medios de comunicación y el poder político. Y contra eso vamos a luchar en nuestra campaña”, dijo Frei, como un claro tiro por elevación a Piñera.
“Quiero invitar a todos los que no votaron por mí, a aquellos que tuvieron dudas y pueden seguir teniéndolas, a quienes se abstuvieron o anularon su voto, a los que votaron por Marco Enríquez-Ominami y Jorge Arrate a que se sumen a esta candidatura”, añadió, en un intento por atrapar ese voto que hasta ahora le ha resultado esquivo.
Pero Enríquez-Ominami, el diputado díscolo que renunció a la Concertación para lanzar su propia candidatura presidencial y se convirtió en el candidato revelación, dejó en claro que no va a apoyar expresamente a Frei, tal como había anticipado en el tramo final de la campaña.
“Yo no soy dueño de sus anhelos. No tenga ninguna posibilidad de llamar a endosar votos a otros candidatos. La vieja política está esperando señales que no va a recibir”, dijo Enríquez-Ominami, que, pese a su exitosa irrupción, no logró que ninguno de sus candidatos parlamentarios obtuvieran victorias.
“Cada uno de ustedes sabrá qué hacer en esta segunda vuelta que enfrenta a dos líderes del pasado. Eduardo Frei y Sebastián Piñera se parecen demasiado”, añadió Enríquez-Ominami, hijo de un guerrillero que fue asesinado durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Quien sí apoyará a Frei es el comunista Jorge Arrate, también escindido de la Concertación, que le aportará al candidato oficialista casi un 6% de votos. Gracias al pacto que Arrate firmó con el oficialismo, el Partido Comunista volverá al Congreso chileno, del cual estaba excluido desde 1973.
“Hemos roto la exclusión; éste es un gran triunfo”, dijo anoche Arrate.
Mensaje de Bachelet
A última hora, la presidenta Michelle Bachelet pronunció un mensaje en el que llamó a los candidatos a debatir ideas y respetar el prestigio que Chile se ha ganado en el mundo. “Chile ha dado una vez más un ejemplo de cultura democrática y espíritu cívico”, señaló. La mandataria también calificó de “inédito” el triunfo de por lo menos tres candidatos comunistas, que llegarán a la Cámara de Diputados por primera vez desde el golpe militar de 1973. “Esta es una señal inequívoca de que la democracia se consolida en la medida en que se da espacio a todas las sensibilidades”, dijo Bachelet.
Además de las elecciones presidenciales, se renovaban ayer los 120 diputados y la mitad de los 38 senadores. Los comicios se desarrollaron sin grandes inconvenientes, con una importante participación. En el Estadio Nacional de Santiago, el mayor centro de votación del país, desde la mañana se podían ver largas filas de electores que con serenidad hacían frente al calor que reinó a lo largo de la jornada.
“Está todo muy tranquilo”, dijo a LA NACION Viviana Ulloa, una secretaria de 40 años que esperaba su turno para votar.
“Esperemos que sigamos en la misma línea, sin demasiados cambios”, añadió, y con esas palabras resumió lo que estas elecciones significan para los chilenos. (Diario LaNación)