Grupos prodemocracia desafiaron las nuevas medidas del gobierno
El clima de tensión que vive Hong Kong no cesa. Tras las manifestaciones en rechazo al aniversario de la revolución comunista china, una nueva medida despertó la ira de los grupos prodemocracia, que salieron a las calles con la cara tapada para protestar contra la ley que prohíbe el uso de máscaras en las concentraciones sociales.
Los manifestantes se concentraron en el centro de Hong Kong y en la península de Kowloon, donde se desató un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. El viernes último, la jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, sancionó una ley de emergencia para impedir que los manifestantes se tapen la cara en las marchas y esa misma noche se desencadenaron las protestas.
Lam dijo que prohibir las máscaras es necesario para detener la violencia que ha “paralizado a medias” la ciudad, ya que con ellas, según expresó, los manifestantes radicales ocultan su identidad.
Uno de los principales objetos de crítica de los manifestantes fue la empresa adjudicataria del subterráneo, MTR, a la que acusan de actuar en connivencia con el gobierno central chino. Los protestantes también atacaron oficinas gubernamentales y sucursales de bancos chinos.
Para mitigar las manifestaciones, la policía utilizó gases lacrimógenos y colocó una bandera de advertencia en el techo de un cuartel del ejército chino.
El sábado, MTR suspendió la circulación del subte y ayer abrió 45 estaciones, mientras que dejó 48 sin funcionar. En tanto, varias cadenas de supermercados y centros comerciales cerraron sus puertas al comercio.
Hong Kong, excolonia británica, vive su peor crisis desde 1997, cuando la ciudad regresó a manos de la República Popular China. El conflicto en Hong Kong se generó en junio, a partir de un proyecto de ley de extradición a China, iniciativa que provocó un movimiento de protesta sin precedente. El gobierno finalmente retiró el proyecto. Sin embargo, el movimiento a favor de la democracia no cejó en sus pedidos. Exigió nuevas condiciones, como elecciones libres y una menor intrusión de Pekín en los asuntos de la ciudad. (La Nación)
