Por: Rafael Mathus Ruiz
En un giro imprevisto y sorpresivo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abrió una grieta en el sólido respaldo que su gobierno le ha dado hasta ahora al presidente Encargado de Venezuela, Juan Guaidó , al indicar que “no estaba necesariamente a favor” de su elección, y que está dispuesto a reunirse con el líder del régimen chavista, Nicolás Maduro, a quien ha tildado de “tirano” y “dictador”, y cuyo gobierno acusó formalmente de narcoterrorismo.
“Quizá lo pensaría. A Maduro le gustaría reunirse. Y yo nunca me opongo a reunirme”, dijo Trump en una entrevista con el sitio Axios difundida anoche. “Siempre digo que perdés muy poco con las reuniones. Pero hasta este momento, las rechacé”, agregó.
Ante el revuelo y las críticas que desató su entrevista, Trump intentó bajar el tono de sus comentarios al indicar, hoy, en un mensaje en Twitter, que solo se reuniría con Maduro para discutir “una salida pacífica del poder”, y la Casa Blanca reafirmó después su confianza en Guaidó.
Pero el doble mensaje trumpista dejó una marca. Además de abrir la puerta a un encuentro con Maduro, Trump también le restó importancia al reconocimiento que le brindó a Guaidó apenas fue designado presidente interino de Venezuela por la Asamblea Nacional, un apoyo crucial para la oposición venezolana, al indicar que “no estaba necesariamente a favor” y que podría haber vivido “con él o sin él”.
“Podría haber vivido con él o sin él, pero estaba muy firmemente en contra de lo que está sucediendo en Venezuela”, dijo el mandatario en la entrevista. “Guaidó fue elegido. Creo que no estaba necesariamente a favor, pero dije: hay algunas personas que les gustó, a otras no. Estuve de acuerdo. No creo que lo fuera, ya sabes, no creo que haya sido muy significativo de una forma u otra”, insistió.
La frase de Trump desairó por primera vez el férreo respaldo que Estados Unidos le había dado a Guaidó en Venezuela, luego de un año y medio de un apoyo sin fisuras de todo el arco político de Washington al joven líder opositor. A principios de febrero, Guaidó había sido uno de los invitados de honor de Trump para su discurso anual sobre el estado de la nación ante el Congreso. En ese mensaje, Trump llamó a Maduro un “tirano” y un “gobernante ilegítimo” que “brutaliza a su gente”.
“Esta noche hay a un hombre muy valiente que lleva con él los sueños, las esperanzas y las aspiraciones de todos los venezolanos”, dijo Trump, al presentar a Guadió, quien recibió una ovación de pie de todo el Congreso.
Giro
Al legitimar a Maduro ventilando un posible encuentro -un reconocimiento tácito al poder que mantiene el chavismo en Venezuela, pese a la ofensiva de Occidente-, Trump puso patas para arriba la política de su gobierno, que lleva meses invertidos en elevar a Guaidó y en construir un cerco para asfixiar al régimen con sanciones y acusaciones para forzarlo a claudicar y que después un eventual gobierno de Guaidó llame a elecciones. Y también puso en peligro su respaldo en Florida, un estado crucial para su reelección, hogar de la diáspora cubana y de unos 400.000 latinos de origen venezolano que aborrecen a Maduro y al régimen castrista de La Habana, su principal aliado regional.
Trump intentó reparar algo del daño causado con su entrevista con un mensaje en Twitter, en el que dijo que sólo se reuniría con Maduro para discutir su salida del poder.
“A diferencia de la izquierda radical, SIEMPRE me opondré al socialismo y al pueblo de Venezuela. ¡Mi administrador siempre ha estado del lado de la LIBERTAD y en contra el opresivo régimen de Maduro! Solo me reuniría con Maduro para discutir una cosa: ¡una salida pacífica del poder!”, indicó el mandatario.
La vocera presidencial, Kayleigh McEnany, citó luego ese mensaje en su habitual conferencia de prensa para negar que Trump haya perdido confianza en Guaidó, y el embajador de Guaidó en Washington, Carlos Vecchio, tuiteó después esa declaración para afirmar que la Casa Blanca había reiterado su respaldo al gobierno interino.
Las primeras declaraciones de Trump confirman revelaciones del libro de su exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, que pintan una opinión muy negativa de Guaidó en la mente del presidente norteamericano.
“Pensaba que Guaidó era ‘débil’, a diferencia de Maduro, que era ‘fuerte’. Para la primavera, Trump llamaba a Guaidó el ‘Beto O’Rourke de Venezuela’, difícilmente el tipo de cumplido que un aliado de los Estados Unidos debería esperar. Estuvo lejos de ser útil, pero típico de cómo Trump difamaba descuidadamente a quienes lo rodeaban, como cuando comenzó a culparme por el fracaso de la oposición en derrocar a Maduro”, escribió Bolton en su libro, “La sala donde ocurrió”, en referencia al congresiste demócrata de Texas, excandidato presidencial, y uno de los blancos favoritos de Trump este año.
En Washington, las declaraciones de Trump generaron sorpresa no sólo por el quiebre con la línea que trazó Estados Unidos en la región, sino también por su impacto electoral: Trump busca este año su reelección, y Florida es uno de los estados decisivos.
“El enigma siempre ha sido que, si bien Trump mostró una debilidad por otras figuras autoritarias en el mundo, era anti-Maduro. La explicación parecía ser la política de Florida y especialmente las comunidades de la diáspora cubana y venezolana. Pero Trump claramente no puede evitarlo. Como muestran el relato de Bolton y la reciente entrevista de Trump, el presidente admira a líderes fuertes y duros como Maduro”, indicó a LA NACION Michael Schifter, del Diálogo Interamericano.
“No es sorprendente que retrocediera rápidamente y reafirmara la postura de línea dura de su propio gobierno sobre Maduro -continuó Schifter-. Después de todo, las elecciones son solo en cinco meses, y seguramente los asesores y los políticos de Florida le recordaron que si no gana Florida, puede olvidarse de su reelección”.
Schifter consideró que Trump sólo quiere demostrar que “es duro y parecer un ganador”. (La Nación)