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Coronavirus: Argentina llegó a 1,5 millón de casos registrados, pero calculan que los reales son más de 11 millones

Hisopados coronavirus - Foto: Telam

Según publica Clarín Es a partir de un índice internacional que calcula la cantidad de infectados por el número de muertos. En casos registrados por millón de habitantes, Argentina está primera en Sudamérica y segunda de Latinoamérica.

Por: Irene Hartmann

El millón y medio de personas con coronavirus que este lunes alcanzó la Argentina es la punta de un frío y obstaculizante iceberg, cuya edificación vimos alzarse frente a nuestras narices en los últimos nueve meses. Lo que no advertimos ocurría, silencioso, abajo: una segunda masa que hoy eleva la cifra real de infectados unas siete veces por encima de la oficial.

En base al IFR (las siglas en inglés del “índice de infección por fatalidad”), expertos que siguen el detalle estadístico del Covid calculan que al menos el 25% de la población, es decir, 1 de cada 4 argentinos, tuvo o tiene coronavirus.

La contundencia de que -contra el millón y medio documentado- nada menos que un cuarto de los habitantes del territorio nacional, es decir, más de 11 millones de personas, contrajeran un virus ingobernable que, cerrando el 2020, tiene a maltraer a los principales países del mundo, es razón de sobra para bajar el índice local de prepotencia y asumir que es urgente prevenir la segunda ola.

Además, contando solamente el millón y medio “oficial”, Argentina es el país con más infectados por millón de habitantes de Sudamérica y el segundo de América latina, detrás de Panamá, según Worldmeters.

Con tamañas cifras, las lecciones son pocas y claras: 1) La politización de la pandemia es estéril frente a la contundencia de más de 40.000 muertos. 2) Las reuniones puertas adentro contagian. 3) La higiene de manos y el distanciamiento social son centrales. 4) El barbijo abajo de la nariz es ridículo. 5) La vacuna no hará magia. 6) Testear poco enceguece.

Quienes compartieron la letra chica de los infectados subregistrados fueron los investigadores del Conicet Rodrigo Quiroga, doctor en Química, especializado en Biología Molecular y Bioinformática de la UNC, y Guillermo Durán, doctor en Ciencias de la Computación especializado en matemática aplicada y director del Instituto de Cálculos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.

¿Cómo explican que mientras sentimos “estar mejor” en materia de contagios, la curva parezca por momentos amesetada o, incluso, subiendo? Según Quiroga, “hay un freno en la bajada abrupta de casos que hubo después del pico, que genera cierto amesetamiento. Pero no es generalizado. No es igual en todo el país”.

En jurisdicciones como la ciudad de Buenos Aires, Chubut, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Río Negro, San Juan y Santa Fe, “hace casi un mes que los casos están casi estables, siempre mirando el promedio diario de los últimos siete días”, agregó.

En cambio, advirtió, hay provincias que no pasaron la primera ola: “Son jurisdicciones que directamente nunca bajaron los contagios. Es el caso de Chaco, Misiones y Santa Cruz”.

Balance

Como el futuro está a tiempo de escribirse, tal vez venga bien recordar en qué fallamos hasta ahora. ¿Alguien recuerda el pequeño revuelo de la positividad?

En noviembre logramos bajar de más del 60% de tests positivos, al 29% (promedio semanal), luego de que la carga de pruebas negativas desestimadas hasta ese momento (que daban una positividad absurdamente alta) se ordenara en muchas provincias.

Pero, aun con el 29% de positividad, Argentina está en el puesto 115 en ese ítem, a nivel mundial; es decir, entre los países que menos testean, según Worldmeters. ​Es decir, peor que pares regionales como Chile, Uruguay y Brasil.

Lo mismo indica la evaluación de Our World in Data, ese sitio inglés que un día nos “desterró” de su índice mundial, por las fallas locales en la carga de testeos, y que ahora nos volvió a tomar en cuenta. Pero para ellos estamos en “rojo” por tener una positividad por encima del 20%.

Quizás sea una meta para perseguir. La positividad recomendada por la OMS sigue siendo del 10%.

Y hay que decir que ni antes ni ahora llama la atención saber de personas que, con síntomas certeros de Covid, fracasan en el intento por ser testeados en los dispositivos nacionales tipo “DetectAr”. O porque no se informa que los fines de semana y feriados solo funcionan algunas postas… O porque no se aclara que solo se recoge un número limitado de muestras diarias.

Lejos del rebaño

El 25% de la población con coronavirus es un porcentaje lejos de la llamada “inmunidad de rebaño”. Según precisó Guillermo Durán, “la estimación indica que en la ciudad de Buenos Aires se contagió un poco más del 38% de la gente. En Buenos Aires, el 34%. Por eso vienen bajando los casos, ya que el virus tiene menos espacio por donde ‘correr’. Sin embargo, estos porcentajes están lejos de la inmunidad de rebaño, calculada en el 70%. Recién ahí ya no se contagia nadie más”.

Para Quiroga, “aunque se calcule que el 25% de la población se infectó, no garantiza que los casos no vuelvan a subir. En algunas regiones de Brasil o en Bolivia, estimamos una proporción mayor de infectados y los casos subieron. También pasó en Paraguay, Chile, Colombia, Uruguay. El comportamiento social es clave”.

A los inquietos les gustará entender que el cálculo que estos expertos hacen de la cifra de infectados “reales” se basa en un indicador, el IFR o Infection Fatality Ratio, que determina un número de contagiados detrás de cada fallecido por Covid. Ellos toman el calculado en España.

¿Por qué el de ese país? Después de la primera catarata de decesos que hubo en Europa, varios países llevaron a cabo masivos testeos serológicos con los que se pudo precisar el dato de infectados detrás de cada muerte por coronavirus.

Hace no tanto, un paper (en Nature) de investigadores de la Universidad de Cambridge y del Instituto Pasteur (“Age-specific mortality and immunity patterns of SARS-CoV-2”), que recogió los datos de 44 países y 22 estudios de seroprevalencia, puso el IFR de España “más o menos en el medio”, explicó Quiroga, para justificar esa elección.

Ahora bien, mientras a la provincia de Buenos Aires le tocan 9,68 infectados reales por cada detectado y a la ciudad de Buenos Aires, 7,41, hay provincias en las que la cifra supera con creces el promedio nacional de 8,29. Es el caso de Chaco, donde la relación infectados/casos es 14; Jujuy, con 17,43; La Rioja, con casi 18; Salta, con casi 23.

La explicación podría estar en que “el sistema de salud seguramente estuvo saturado”, evaluó Durán. Porque, “por poco que se haya testeado, son cifras demasiado altas. Uno presume que hay otra variable en el medio. Posiblemente, que se alteró la relación fallecidos/infectados, ya que murió gente que con un sistema de salud funcionando bien, tal vez no hubiera fallecido”.

Las cifras son tediosas, pero sirven para prever y mejorar lo que podría venir. Como explicó Quiroga, “la conclusión de que venimos detectando solo un porcentaje de los infectados reales es que mucha gente se infectó y contagió a otros sin saberlo. Hay que recalcar la importancia de los cuidados aunque uno se sienta bien: los sintomáticos tienen el pico de contagiosidad antes de tener signos. Y mucha gente no tiene ningún síntoma y contagia”.

En definitiva, concluyó: “En verano, la luz solar desactiva antes el virus y la gente se junta más al aire libre, pero hay que espaciar las reuniones por unos cinco días y no ver miles de personas distintas. Ni la vacuna ni el verano harán magia. Depende de nosotros”. (Clarín)

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