El Frente para la Victoria cambia la piel por tercera vez, pero no se baña y la mugre sigue siendo la misma

(Por: Rubén Lasagno) – Primero fue Frente para la Victoria, nombre único, inicial y de identificación real del kirchnerismo, instalado por Néstor kirchner. Cuando en el 2015 la debacle política después de 12 años de corrupción y desgobierno, provocaron la caída en desgracia de la marca, un par de años después, con vista a las legislativas, la vicecondenada intentó reinventar su partido con el nombre de fantasía “Unidad Ciudadana”.

En carrera al 2019, Unidad Ciudadana (fachada del Frente para la Victoria) se transformó en “Frente de Todos”, para diluir su procaz característica de gobierno ordinario, inútil, autoritario y antidemocrático, detrás de la fachada de un rejunte, especialmente con el hijo putativo de la viuda, el inefable Sergio Massa, quien desde hacía tiempo con el Frente Renovador venía pidiendo pista para que su madre política lo llamara a su regazo, junto con otro impresentable que lo vendieron públicamente como “moderado”, un doble faz como el tigrense, llamado Alberto Fernández.

Ante el fracaso evidente al que nos llevó como país el peor gobierno de la historia de la democracia, que hace parecer a Fernando De La Rúa como un estadista, la mano diligente y dirigente de la mentora oficial de los fracasos políticos de los últimos años en la Argentina, decidió cambiarle el nombre (nuevamente) al partido, como si el Frente para la Victoria se tratara de un reptil que muda su piel intentando reconstruirse.

Cristina Kirchner en la casa de gobierno de Santa Cruz - Foto: NA
Cristina Kirchner en la casa de gobierno de Santa Cruz – Foto: NA

La realidad, solo muestra que la mugre, bajo ese renovado caparazón ahora llamado “Unión por la Patria”, sigue siendo la misma, con los mismos personajes oscuros, fracasados y deplorables de siempre y sin ninguna imaginación posible ni un poco de honestidad, olvidada hace muchísimos años en alguna parte del camino, como es habitual en la esencia de ese partido, independientemente de cómo lo llame y el propósito obligado por el cual le han tenido que cambiar el nombre; seguirá siendo un recurso gatopardista demasiado conocido como para que nos traguemos el sapo.

Pero la paranoia típica de esta mafisecta gobernante, llega al paroxismo cuando uno comprueba cómo esta gente alienada y mitómana, llega al punto de creer realmente, que cambiándose el nombre colectivo que los identifica en las boletas, se resetean como un disco duro al que formateándolo y pasándole un antivirus queda inmaculado, los hace sentir libres de toda culpa y responsabilidad anterior y presente, aunque (por si lo olvidaron) están gobernando desde hace tres años y medio.

La típica y recurrente mutación del partido oficialista, tratando de “reinventarse” para aparecer ante los ojos de la gente como “un espacio renovado”, es un dislate típico del kirchnerismo/peronismo de las últimas décadas, cuando la fusión maníaca de estos espacios, decidió venderle a la sociedad la mentira y la simulación, como las grandes dotes de esta mafisecta, liderada por Cristina Fernández, su hijos Máximo, Sergio Massa y Alberto Fernández, entre las caras más representativas, pero con un conjunto de impresentables que los acompañan en estas costosísimas incursiones amateur en la política argentina, con la que nos llevaron al borde del abismo y ahora, nos están pegando el empujón final. (Agencia OPI Santa Cruz)

spot_img

Suscribité al Newsletter

Más Noticias

- Publicidad -spot_img

Más Noticias

8 COMENTARIOS

  1. Esta costumbre de cambiar el nombre es lo que hacen lo K todo el tiempo, mienten y se creen la renovacion y son lo que hicieron pelota el pais en estos ultimos 20 años. No hay que darles bola y felicito a OPI por la valentía de ponerlo en palabras

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí