A 42 años de una guerra, a muchos de oscurantismo político y a pocos de resurgir el reconocimiento a los que volvieron y el recuerdo de los que quedaron

(Por: Rubén Lasagno) – El 2 de abril es una fecha distinta para muchos argentinos, que tienen padres, hermanos, tíos y hasta abuelos que vivieron la guerra en un país donde sus habitantes un día se manifestaban en plaza de mayo contra el gobierno de facto, eran golpeados, arrastrados y detenidos por las fuerzas de seguridad comandadas por policías que respondían a las Juntas y al otro día se unieron por cientos de miles de esos mismos habitantes, para vivar al pie de la Rosada, la incongruencia vitivinícola de un general absurdo que jugaba su carta más atroz, al todo o nada, para salvarse, rodeado de una Junta de miserables, aunque para ello tuviera que enviar a la muerte a miles de argentinos emocionados por la épica de la reconquista de un pedazo de la Patria en el mar del sur.

Y así somos como sociedad; el Yin y el Yan, un conjunto maniqueo de habitantes de un país remoto, que un día amaneció hinchado de patriotismo y arremetimos contra todos y nos encolumnamos tras los mismos cultores de la violencia que odiábamos y las familias, no solo les dieron las joyas, la comida y las prendas de abrigos que con devoción tejían abuelas y madres, sino que les dieron la vida de sus hijos, lo más preciado de cualquier familia en el etéreo nombre de “La Patria”; pero no hubo retribución. Y no hablo de lo económico, me refiero a un tratamiento digno y justo que estuvo ausente después de la derrota y se prolongó muchos años después, bien entrada la democracia.

Los soldados rendidos el 14 de junio de 1982, no entraron a la Argentina marchando, con la cabeza en alto, el uniforme planchado y a paso redoblado, como hubiera correspondido a héroes verdaderos. 

Los militares de la Junta (los verdadero derrotados) los ocultaron y sometieron al escarnio público donde muchos encontraron en los combatientes de Malvinas, la exculpación de los errores cometidos en esa contienda y quienes habían tomado la decisión político-militar de desatar los demonios de la guerra, buscaban refugio, hablaban de la llegada de la democracia y apuntalaban un mensaje demagógico y falaz, solo para salvar el pellejo y sacarse de las manos, una piedra caliente que los calcinaba y prometía quemarlos de cuerpo entero, pero aún así, resistieron hasta el 5 de diciembre del año 1983.

Megalómanos, encubiertos e impunes

La Junta militar se diluyó y muchos de aquellos que soñaban reencarnar al General Perón, como fue el caso del Almirante Massera, quien jugaba al militar democcrático o el borracho Galtieri que soñaba con prevalecer como general de la paz, sin advertir la derrota que se había autoinfligido con su decisión extemporánea y absurda, perdieron toda posibilidad de reconocimiento social y político y por el contrario, la sociedad los repudió y luego, los olvidó.

A principios de 1986, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas condenó al general Leopoldo Galtieri a “la pena de doce años de reclusión con la accesoria de destitución y baja”. Pero el oscurantismo político argentino, permitió que fuera indultado por el presidente Carlos Menem en octubre de 1989 y por este “acto patriótico” del sector político nacional, Galtieri recuperó su grado y estado militar junto con Anaya y Lami Dozo.

Cada 2 de abril, un acto

Pero a pesar de la oscuridad, que se mantuvo por muchos años apuntalado por un sector político complaciente, cómplice y timorato, los combatientes de aquella gesta comenzaron a tener su lugar de reconocimiento, aunque la discriminación, el abandono y las miradas de reojo que recibían cuando se evidenciaba su presencia, duró mucho tiempo y fue la clase política argentina la principal responsable de alimentar por años, esa despreciable actitud hacia quienes entregaron todo y recibieron, nada.

Al desgarro de la guerra le sobrevino el desgarro de la derrota y luego un encadenamiento de hechos causales que hundieron a aquellos hombres que habían puesto el pellejo en nombre de la mayoría que estábamos en nuestras casas confortables y seguros. Nada importó o muy poco, a la luz de los maltratos, el olvido y el abandono que sufrieron. 

Muchos pusieron fin a sus vidas, aquellas que no pudo quitarles el enemigo en el campo de batalla, sin embargo la muerte emocional de cada uno lo consiguió la desidia, el abandono, el egoísmo y el vilipendio al que fueron expuestos los ex combatientes, segregados como parcialidad social inferior a la que se debía ocultar mediante el cruel mecanismo que implicó ignorarlos y segregarlos socialmente.

Han pasado 42 años de aquella gesta de soldados-héroes, muchos de los cuales, jóvenes sin instrucción y sin la ropa adecuada, fueron enviados a las islas del Atlántico Sur; muchos de ellos no volvieron y los que hoy con canas y arrugas logran recorrer este largo tiempo de memoria y olvido, han conseguido que el mundo los reconozca y respete y el país (y mucho más acá en el sur argentino) se tenga presente cada 2 de abril como aprendizaje de lo que no nos puede volver a suceder y no solo como fecha conmemorativa de lo que pudo ser y no fue. (Agencia OPI Santa Cruz)

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7 COMENTARIOS

  1. Margareth Thatcher iba a perder las eslecciones legislativas que se aprocimaban.
    La unica solucion era ganar en forma aplastante una guerra y asi encender el espiritu patriotico britanico
    Tenia que ser un enemigo debil.
    Asi nacio la “guerra de Malvinas”. Divulgaron que solo 40 soldados custodiaban las islas
    Instruyeron a Anaya (que fue a Londres) para que convenciera a Galtieri
    Galtieri declaro la guerra (cuyos ribetes miserables es mejor olvidar)
    Thatcher gano las elecciones

  2. sin duda nos abandonaron como perros y gracias a compañeros y asociaciones de ex combatientes que nos propusimos ayudarnos con al colaboracion de ONGs hoy podemos tenere un poco de paz y reivindicacion

  3. milicos hdp.,,con la convivencia en la penumbra de varios politicos,asco,mucho asco me da.
    mi bendicion a los pibes que murieron sin necesidad

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