Jair Bolsonaro sufre otros revés mientras Brasil “navega a ciegas”

Bolsonaro apoya el pedido de una intervención militar y llama a sus seguidores a romper la cuarentena

La Corte frenó la designación del jefe de la Policía Federal; el flamante ministro de Salud advirtió sobre la falta de datos

Por: Marcelo Silva de Sousa

Brasil es un país en las tinieblas por el coronavirus. En otro día con más de 400 muertos, récord de contagios y mientras los sistemas de salud de varios estados se acercan al colapso, el ministro de Salud de Jair Bolsonaro admitió una preocupante falta de información para combatir la enfermedad.

“Brasil está navegando literalmente a ciegas”, reconoció ayer Nelson Teich, máxima autoridad de Salud, en una videoconferencia con miembros del Senado.

El ministro reconoció problemas para conocer la realidad del virus en Brasil. “No sabemos qué porcentaje de la sociedad está enferma. Los tests que hacemos no permiten saber la realidad. Es la gran verdad”. El gobierno no ha informado en los últimos días cuántas pruebas fueron hechas.

Los comentarios del ministro de Salud llegaron cuando el país alcanzó la marca de 5466 muertos y ya es el noveno país con más fallecidos por el Covid-19, sin todavía haber alcanzado el pico de la pandemia. Los contagios, en tanto, subieron a 78.162, con un récord diario de 6276 nuevos casos.

Pero varios indicadores muestran una importante subnotificación, tanto en el registro de contagios como de muertes, tal como admitió el ministro. Las muertes clasificadas por síndrome respiratorio agudo pasaron, por caso, de 204 casos a 1987 entre el 1º de marzo y el 29 de abril de este año respecto del mismo período del año pasado, según datos del Registro Civil consultados por LA NACION.

“El aislamiento es porque no sabés qué hacer. Lo único que sabemos es que el distanciamiento disminuye el contagio”, dijo Teich, provocado para que se manifestara sobre el aislamiento social.

Además del apagón de información, el Ministerio de Salud mostró preocupación por la falta de respiradores que comienza a manifestarse en varios estados. En Río de Janeiro, segunda mayor ciudad del país, más de 300 personas permanecían ayer en fila de espera para conseguir una unidad de terapia intensiva, según admitió el gobernador del estado.

Delante de un escenario, Teich mostró ayer desconcierto sobre cuándo se producirá el pico de contagios.

No solo la falta de información dificulta la acción contra el virus, sino las desavenencias políticas que continúan corriendo de foco al gobierno federal. El presidente Bolsonaro sufrió un revés en la Corte, que le puso un freno y suspendió el nombramiento de Alexandre Ramagem, amigo de la familia presidencial, como director general de la Policía Federal (PF). Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal, dio lugar a un pedido del Partido Democrático Laborista, que había cuestionado una posible interferencia política. “Analizando los hechos, se presenta viable la ocurrencia de desvío de finalidad del acto presidencial de nombramiento del director de la PF, en incumplimiento de los principios de la impersonalidad, de la moralidad y del interés público”, justificó Moraes en su decisión.

Tras el fallo, Bolsonaro retrocedió y suspendió por decreto el nombramiento de Ramagem. Sin embargo, todo cambió con el correr del día. La abogacía general de la Unión, que defiende al Ejecutivo, había dicho que no apelaría la decisión, pero al caer el día, Bolsonaro manifestó que sí recurrirá el fallo.

“Quien manda soy yo”, dijo. “Quiero a Ramagem allá. ¿Es una interferencia, no? Pero vamos a hacer de todo. Si no, llegará la hora y pondré otra persona”, dijo el ultraderechista, anticipando que probablemente el plenario de la Corte, con los once jueces supremos, deberá analizar y dar su parecer sobre la designación del nuevo jefe de la PF.

El descabezamiento de la PF fue el hecho que desencadenó la renuncia de Sergio Moro la semana pasada. En un incendiario discurso de renuncia, el exjuez del Lava Jato denunció un intento de injerencia del ultraderechista en la PF, con la intención de tener acceso a investigaciones y relatorios sigilosos. Bolsonaro negó cualquier tipo de injerencia en la fuerza, pero el nombramiento de Ramagem, un amigo de su familia y exjefe de seguridad de su campaña presidencial, encendió las alarmas en la Justicia.

Segundo revés

El freno al nombramiento de Ramagem se convirtió en el segundo revés que recibe en la Corte el presidente esta semana. El lunes, Celso de Mello, otro juez miembro del Supremo Tribunal, habilitó una investigación sobre los dichos de Moro.

El ultraderechista protagonizó otro exabrupto. Luego de minimizar varias veces al virus, dijo que el peso de las muertes debe caer sobre los gobernadores y los alcaldes. “El Supremo decidió que son quienes deciden esas cuestiones. Reclámenles a ellos. Mi opinión no vale. Lo que vale son los decretos de los gobernadores y alcaldes”, dijo el presidente.

En la oscuridad, la enfermedad sigue avanzando en Brasil. (La Nación)

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