Por: Sofía Terrile
Como dibujando la trayectoria de un clavado olímpico, en cuestión de días y con un canje de deuda de por medio, en 2005 el riesgo país pasó de más de 6700 puntos a unos 500, unas 13 veces menor. Exactamente 15 años después, y con un anuncio de arreglo con los principales acreedores, no habrá una segunda zambullida hasta por lo menos dentro de un mes, adelantan quienes mejor conocen el mercado.
Algunas aclaraciones preliminares. El riesgo país es un termómetro del contexto político y económico que compara los rendimientos de los bonos de largo plazo de cada país con respecto a los del Tesoro de Estados Unidos, considerados los menos riesgosos del mundo.
A grandes rasgos, si hoy el riesgo país de la Argentina está cercano a los 2000 puntos, podría colocar deuda a una tasa del 20%, un valor bastante alto en comparación con lo que sucede en otros países del mundo. A ese porcentaje habría que sumarle la tasa del instrumento estadounidense, hoy cercana al 0,5%.
El riesgo país es un índice creado por el banco JP Morgan calculado con base en el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes o EMBI, por sus siglas en inglés. Ese EMBI no baja automáticamente, sino que varía según una canasta de bonos. En palabras de especialistas, el riesgo país es el promedio del spread de los bonos argentinos que están en ese índice.
Cuando a partir del 4 de septiembre próximo, siguiendo el calendario propuesto por el Ministerio de Economía, el Gobierno emita los nuevos bonos -suponiendo, claro, que el acuerdo con los acreedores está cerrado 100%, condición que el mercado ya da por descontada- la canasta de bonos que hoy son parte del EMBI cambiará como consecuencia del canje.
De esa manera, el “puntaje” de la Argentina mejorará automática, proyectan los especialistas. “A principios de septiembre, el riesgo país va a caer abruptamente a la mitad, cercano a los 1000 puntos básicos, porque hoy está ‘utilizando’ los bonos viejos”, explica Fernando Marull, economista de FMyA.
El riesgo país se calcula en torno a los 1000 o 1100 puntos básicos cuando se haga el “recambio”, un número coincidente con la exit yield o la tasa que tendrían los bonos una vez que empiecen a cotizar en el mercado secundario (y no en el momento exacto de la emisión) cerca del 11,5%.
A pesar de que el riesgo país no cayó abruptamente, hubo bonos que luego del acuerdo se dispararon un 20%. Cabe destacar que, por lógica, si mejora la posición de los títulos de deuda argentina, el riesgo país tendería a bajar.
Entonces, ¿cómo es el escenario hoy? “Hoy un bono Global 2046 o el bono centenario no se están pagando, pero hay una promesa de pago futuro. El precio del bono hoy está sujeto al flujo de la nueva propuesta, pero rinde bajo la vieja propuesta, y por eso se da el desacople”, explica Leonardo Chialva, socio de Delphos Investment.
En ese sentido, María Laura Tramezzani, de AAG Finanzas, detalla que el mercado se anticipó al arreglo de la deuda en el valor de los bonos (por eso hubo subas en los últimos días, y alguna baja en el riesgo país no muy sustancial), como siempre sucede. Por otro lado, señala, hay algunos bonos contemplados en el EMBI que subieron mucho en los últimos días, pero que no tienen mucha participación en el índice, por lo que no tuvieron un impacto importante.
El riesgo país para estar “dentro del mercado”
Siempre se dice que la Argentina está fuera del mercado y que el riesgo país por encima de 2000 puntos es un número que da cuenta de eso. Si esa cifra se reduce a la mitad, ¿son valores para poder salir a buscar financiación afuera? Podrían serlo, dice Marull. “Pero hay que tener en cuenta que después del arreglo de deuda de 2005 el riesgo país era de 450 puntos básicos, y en ese momento sí estaba abierto el mercado para la Argentina”.
Ahora todo depende de una decisión del Gobierno de si quiere colocar deuda a un costo relativamente alto en un momento en el que la mayoría de las tasas de interés bajan como consecuencia del Covid-19 y las políticas monetarias expansivas.
Como puntos positivos, el economista destaca que la Argentina estaría recién salida de una reestructuración de deuda y, además, hay bastante liquidez internacional. Por el contrario, la falta de un plan fiscal consistente todavía podría seguirle costando caro al Gobierno, añade. (La Nación)