El FMI prevé una crisis más profunda a la caída de la convertibilidad

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Hay temor a que los bonistas se niegan a aceptar una oferta que no esté respaldada por un plan económico que la respalde y la aprobación del FMI. Por: Gustavo Bazzan Se puede negociar con un deudor sin que éste le cuente al acreedor, en términos más o menos detallados el plan de largo plazo detrás del cómo, cuánto y cuándo le va a pagar el monto que se acuerde pagar después de la renegociación? Es lo que se preguntan Estados Unidos analistas que vienen siguiendo bien de cerca el complejo escenario en el que están envueltos el gobierno de Alberto Fernández, el Fondo monetario internacional y desde ya, los bonistas, que son quienes le prestaron plata a la Argentina a tasas más o menos razonables (de entre el 5 y el 7%) y quiere saber cómo recuperarán al menos una parte importante de lo que prestaron. Hay un cuarto actor, el gobierno de los Estados Unidos, que sigue de cerca todo y en última instancia podría influir sobre las decisiones que termine adoptando el FMI. Pero la ausencia de un plan concreto, que Argentina escamotea, llama la atención, y no de la mejor manera. Más allá de las reuniones “constructivas” que vienen llevando adelante funcionarios argentinos y del FMI, y de las señales de apoyo de Estados Unidos a la Argentina, los interrogantes que genera el hecho de que los acreedores se sienten a negociar a ciegas despierta suspicacias. En diversas conversaciones que este periodista mantuvo en Washington a lo largo de esta semana -en el marco de un viaje organizado por la cámara de empresas norteamericanas (AmCham), la sensación es que el original camino elegido por la Argentina es por lo menos riesgoso. Avezados conocedores de la forma de trabajar del FMI consideran que las conversaciones entre el organismo y la Argentina no han podido adquirir la densidad necesaria en este tipo de situaciones. Para los analistas no alcanza con que el FMI haya puesto por escrito la palabra “insostenible” al calificar la deuda argentina. Pero el Gobierno se aferra a esa definición para, supuestamente, avanzar por el camino de una oferta muy agresiva que los bonistas deberá tomar o rechazar. El riesgo es, precisamente, que la rechacen, porque en ese caso, dada la escasez de fondos disponibles, la Argentina marcharía directo al default. Dado que los bonos emitidos por Argentina incluyen la cláusula de acción colectiva, Argentina necesita que no menos del 66% de los acreedores acepten la oferta. Es difícil seducir a esa masa de bonistas con una propuesta demasiado amarreta. Por eso la palabra default resuena repetidamente en Washington. En esta ciudad Clarín escuchó de boca de analistas de primera línea que el Gobierno no tiene tiempo ni dólares para evitar un desorden importante. No al menos si no llega a un acuerdo sólido con el FMI. Y más allá de que el Fondo puso la etiqueta “insostenible” también quiere cobrar. Y el FMI cederá a cambio de que Argentina muestre un plan consistente. Y lo que los bonistas quieren es que les muestren ese plan también a ellos, porque las chances de acordar, sin el “sello de calidad” del FMI, son menores. En las conversaciones a las que asistió Clarín, y cuyas fuentes pidieron no ser identificadas, se escucha más o menos la misma conclusión, que podría resumirse así: “Lo mejor para la Argentina es acordar, y eso el Presidente Alberto Fernández lo sabe, pero no hay claridad en que el país esté en condiciones de ofrecer algo que los acreedores puedan aceptar”. Las dudas persisten pese a la fluidez que parecen haber alcanzado las conversaciones con el FMI, y mientras la misión del organismo permanece en Buenos Aires. El nuevo desplome de Wall Street no debería ocultar que el riesgo país argentino se disparó ayer a un nivel récord en lo que va de la gestión Fernández. Puede ser una señal del humor de los bonistas. Pese a este panorama escaso en optimismo, no faltan quienes apuestan a que la Argentina pueda terminar zafando y evite un nuevo default. Hay quienes sostienen que dado que el problema del país es de liquidez más que de solvencia (acumulación de vencimientos en el corto plazo sin posibilidad de refinanciarlo a tasas razonables) las distancias entre acreedor y deudor no serían insalvables, apelando a patear pagos algunos años y retocando los cupones de intereses. La incertidumbre es enorme, los días corren y ya falta menos para que se den vuelta las barajas sobre la mesa. (Clarín)

Por: Rafael Mathus Ruiz

Según publica La Nación El Fondo Monetario Internacional ( FMI ) mejoró sus pronósticos para la economía global ante las señales que apuntan a una recuperación más robusta del azote de la pandemia del coronavirus. Pero la Argentina va a contramano del mundo: el FMI proyectó una recesión más profunda este año en el país, con una caída del 11,8% del producto bruto interno (PBI), una debacle económica peor a la de 2002, tras el fin de la convertibilidad .

El Fondo estimó que el desempleo en la Argentina llegará al 11% a fines de este año. El organismo omitió esta vez sus proyecciones sobre el déficit fiscal y la inflación porque son variables atadas a las negociaciones vigentes para alcanzar un nuevo programa que reemplace al acuerdo stand-by acordado por el gobierno de Mauricio Macri a mediados de 2018, cuando comenzó la crisis aún vigente.

Pese a todo, el Fondo prevé una recuperación en 2021 con un crecimiento del 4,9%.

Las nuevas proyecciones del FMI quedaron plasmadas en el Panorama Económico Mundial (WEO, según sus siglas en inglés) que fue difundido en Washington en el inicio de la reunión anual del organismo, la cual se realizó en un formato virtual debido a la pandemia del coronavirus. Los economistas del Fondo se preocuparon por remarcar que todas sus estimaciones tienen un alto grado de incertidumbre, ya que todo depende de la trayectoria de la pandemia, que se estirará al menos hasta el verano boreal de 2021, cuando se espera que la vacuna ya estará disponible para la población.

“Como resultado del relajamiento de las restricciones y el rápido despliegue de apoyo político a una escala sin precedentes por parte de los bancos centrales y los gobiernos de todo el mundo, la economía mundial está regresando de las profundidades de su colapso en la primera mitad de este año”, dijo la economista jefe del FMI, Gita Gopinath.

“Esta crisis, sin embargo, está lejos de terminar. El empleo sigue estando muy por debajo de los niveles prepandémicos y el mercado laboral se ha polarizado más y los trabajadores de bajos ingresos, los jóvenes y las mujeres son los más afectados”, agregó.

El informe trajo buenas noticias para el mundo: la recesión desatada por la pandemia será más leve de lo previsto. Pero el pronóstico para la Argentina fue devastador. Ayer, el staff había dicho al cerrar una misión que el país enfrenta una crisis sin precedentes que requerirá un plan calibrado con “mucho cuidado” y sin “soluciones fáciles” para sacar al país del pozo.

La economía enfrenta una fuerte caída de la actividad debido a la cuarentena impuesta para controlar al coronavirus, que se sumó a la crisis iniciada en 2018 y a una persistente desconfianza que llevó la brecha cambiaria arriba del 100% y deprimió el clima de negocios. El consumo, además, sufrió por la suba del desempleo y la pobreza.

El creciente deterioro de la economía argentina quedó a la vista en el empeoramiento de las proyecciones del organismo en apenas un puñado de meses. En junio pasado, el Fondo preveía que la economía argentina caería este año un 9,9%. En ese momento el FMI también proyectó que el mundo se contraería un 4,9% este año, la peor recesión desde la Gran Depresión que comenzó en 1929, casi dos puntos más profunda que la caída pronosticada hace apenas tres meses. La retracción, advirtió en ese momento el organismo, será “sincronizada”, al impactar tanto a las naciones desarrolladas como al mundo emergente.

El Fondo mejoró ahora levemente ese pronóstico: prevé una caída del producto global del 4,4%, seguida de una fuerte recuperación del 5,2% en 2021. El Fondo dijo que las debacles en las grandes economías avanzadas durante el segundo trimestre, cuando el mundo se paró, “no fueron tan negativas como habíamos proyectado”, con el retorno de China al crecimiento y la reactivación del tercer trimestre.

“Los resultados habrían sido mucho más débiles si no hubiera sido por respuestas fiscales, monetarias y regulatorias considerables, rápidas y sin precedentes que mantuvieron el ingreso disponible para los hogares, protegieron el flujo de efectivo para las empresas y respaldaron la provisión de crédito”, indicó el organismo. Estas medidas impidieron que se repitiera la catástrofe financiera de la crisis global desatada con la quiebra de Lehman Brothers en 2008, afirmó el informe del Fondo. (La Nación)

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