Según publica La Nación El Gobierno había preparado un vallado y una bandera a lo largo del balcón de Balcarce 50, con la expectativa de recibir a los campeones mundiales; Aníbal Fernández se reunió con Chiqui Tapia, que terminó cuestionando el operativo.
Por: Maia Jastreblansky
Con una multitud descomunal volcada a las calles y una organización plagada de indefiniciones, el presidente Alberto Fernández siguió desde Olivos las negociaciones entre funcionarios de su gobierno y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que terminaron mal y con acusaciones cruzadas. Vio a distancia la caravana que, a paso de hombre, realizó el seleccionado campeón del mundo para recibir la ovación de los hinchas y que terminó con los jugadores subidos a helicópteros, sin poder llegar al microcentro. El Presidente no tuvo balcón ni foto con los futbolistas.
Varios colaboradores oficiales coincidían, pasado el mediodía, que la situación había “desbordado al Gobierno”. Y veían cada vez más remota la posibilidad de que el Presidente hoy salude a los jugadores, una instancia institucional que hubiera sido natural, pero que no se concretó.
La gente había copado el recorrido anunciado para saludar a la Selección. Hasta que finalmente el titular de AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, reveló los desacuerdos y el plantel con los “organismos de seguridad” y lanzó: “No nos dejan llegar a saludar a toda la gente”. La cápsula que acompañaba al plantel estaba en manos de la Policía Federal, que depende de Nación.
En la Casa Rosada, temprano, habían desplegado preparativos para recibir al seleccionado capitaneado por Lionel Messi, en caso de que avanzaran hasta a la sede de gobierno para saludar desde el balcón, como ocurrió en 1986. Sin embargo, apenas la caravana inició su recorrido, la AFA anunció que los jugadores saludarían a la gente desde la autopista 25 de mayo y 9 de Julio, sin bajar al microcentro.
El alto nivel de improvisación conspiró contra ese plan. Porque cuando la información bajó a las calles, una marea humana se desplazó hacia la autopista 25 de Mayo e inundó la zona de Constitución. Así, entrada la tarde, en el Gobierno no tenían claridad sobre cómo avanzaría el micro de la Selección. “Están viendo por dónde ir, ahora la autopista está al mango de gente”, soltó un colaborador oficial desde Casa Rosada al mediodía, sin ninguna certeza de lo que pasaría.
Fuentes cercanas al jefe del Estado indicaron que el principal enlace del Gobierno con la AFA fue el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Fue el encargado de transmitirle a el presidente de la AFA la invitación oficial a la Casa Rosada, con la propuesta para que Lionel Messi y los jugadores dispusieran del balcón de la sede gubernamental, sin que aparecieran en escena ni Alberto Fernández ni otros funcionarios.
Según algunas fuentes del gobierno, también el ministro de Economía, Sergio Massa, levantó el teléfono para colaborar con las tratativas con la AFA. Cerca del funcionario lo negaron y aseguraron que estaba en su casa, en Tigre.
Esta mañana, Aníbal Fernández se dirigió a Ezeiza para reunirse con Tapia y tomar las últimas decisiones del operativo. Todo terminó en los peores términos: Tapia no solo culpó a los organismos de seguridad nacionales por no poder seguir saludando a la multitud, sino que hizo una distinción y le agradeció al ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, por su papel durante el recorrido.
Negociación
El jefe de Estado tiene, desde hace tiempo, una relación muy tirante con el presidente de AFA. El año pasado, Tapia atravesó un momento convulsionado cuando la Inspección General de Justicia (IGJ) investigó una denuncia que pedía impugnar la asamblea por la cual “Chiqui” había proclamado su reelección en mayo de 2020. En ese momento, en la Casa Rosada creían que el titular de AFA tenía el boleto picado. Y hubo movimientos que se interpretaron como un impulso a otros dirigentes del fútbol para ocupar la silla de Tapia. Entre ellos, el titular de Defensores de Belgrano, Marcelo Achile, prosecretario en AFA y quien le brindó un estadio a Fernández para su asunción como titular del PJ. El jefe del Estado, además, tiene buen vínculo con Luis Segura, expresidente de AFA -compitió en la polémica votación de 2015 que terminó empatada- y de Argentino Juniors, el club del que Fernández es hincha.
La Cámpora, en cambio, logró cultivar muy buena sintonía con Tapia. Su principal embajador en el mundo del futbol es Santiago Carreras, gerente de Asuntos Institucionales de YPF, promotor del acuerdo publicitario con el astro del seleccionado, Lionel Messi.
Con ese batifondo, fuentes del Gobierno siempre aseguraron que la última palabra sobre cómo sería el recibimiento de los jugadores estaban en manos de la AFA y de la Selección, que definían qué querían hacer en función de las alternativas que les elevaban las autoridades de los organismos de seguridad.
Sin embargo, antes de que se iniciara la caravana, Tapia publicó en su cuenta de Twitter que la Selección cumpliría “con el circuito dispuesto por los organismos de seguridad de Nación, Ciudad y Provincia Buenos Aires”. Y agregó: “Realizaremos el recorrido establecido por autoridades para que los argentinos y argentinas disfruten a los campeones”. Es decir, ratificó que las definiciones no corrían por su cuenta.
En el Gobierno había alta preocupación por posibles desmanes. El desborde de la gente fue obligando a recalcular en el camino. Por eso los jugadores terminaron desviando su recorrido a Parque Roca para subirse a helicópteros que los llevaron al predio de AFA.
Así, pese a las activas gestiones del Gobierno para que los jugadores llegaran hasta la Casa Rosada y, eventualmente, saludaran al Presidente, esa alternativa terminó siendo inviable. Ello, a pesar de que la Presidencia dispuso un vallado paralelo a las rejas de la sede de gobierno e impidió el ingreso de la mayoría de los funcionarios y empleados públicos del edificio, además de la prensa acreditada. A media mañana, incluso, se ordenó desplegar una bandera argentina en el famoso balcón de la sede gubernamental.
Una alta fuente oficial confirmó a LA NACIÓN que Fernández siguió todas las tratativas a distancia, desde la quinta de Olivos. En la Casa Rosada había solo un puñado de funcionarios. Entre ellos, dos de los más cercanos al jefe de Estado: la portavoz Gabriela Cerruti y el secretario general de Presidencia, Julio Vitobello.
“Vaciar la Casa Rosada y armar en Plaza de Mayo”, fue la instrucción que bajó Presidencia para dejar lista la escena, fueran o no los jugadores a la sede gubernamental. Pasadas las 14, desarmaron el escenario que habían dispuesto en la plaza. (La Nación)