La edición de mensajes en WhatsApp ya está aquí. ¿Cuáles serán sus efectos en nuestras comunicaciones cotidianas?

Según publica La Nación Con un 96% de prevalencia entre los usuarios argentinos, el mensajero es noticia toda vez que hace un cambio en su plataforma; la edición de mensajes, sin embargo, es algo que ya estaba desde hace mucho en otras aplicaciones, como Skype; qué dicen los expertos.

Por: Débora Slotnisky

El mensajero instantáneo más popular en Argentina, WhatsApp, permite desde el viernes editar el contenido de los mensajes de texto que ya fueron enviados; la ventana para esta modificación es de 15 minutos desde el envío original del mensaje.

El mensajero Whatsapp - Foto: NA

Según datos de la consultora Statista, WhatsApp tiene una tasa de penetración de aproximadamente el 96% entre los usuarios de la Argentina, y nuestro país es uno de los que lidera su uso en el nivel global, solo superado por Brasil, India e Italia. Por lo tanto, cualquier cambio en WhatsApp tiene un impacto más o menos notable en nuestra vida cotidiana.

Efectos de la edición de texto

“Whatsapp hoy cumple una función muy importante en la comunicación de las personas, ya sea desde los grupos sociales, familiares, de compra y profesionales como el uso de los estados para comunicar y generar acciones. En este contexto, la posibilidad de editar le da a esta herramienta una impronta aún mayor para el uso profesional”, opina Martín Latrechina, capacitador de programas ejecutivos relacionados a transformación digital de las universidades UP y la UCA.

Una de las particularidades de la nueva función es que el destinatario podrá saber que el contenido fue modificado, porque en este caso incluirá un aviso ubicado en la parte inferior derecha del texto. “Esto, en términos de uso, le dará mayor penetración a competir con herramientas corporativas como Slack”, vaticina el entrevistado.

Por su parte, Francisco Albarello, que es doctor en Comunicación Social, profesor investigador de la Universidad Austral, secretario de investigación de la Facultad de Comunicación y autor de Lectura transmedia: leer, escribir, conversar en el ecosistema de pantallas, analiza la nueva función: “Como todo mensajero instantáneo, WhatsApp permite una mezcla de comunicación escrita y oral, por lo que se queda a mitad de camino entre la riqueza del texto escrito y la oralidad, que es propia de la conversación sincrónica, que es no definitiva y se modifica todo el tiempo. Dado que muchas veces uno se arrepiente de lo que escribe en el chat por el apuro, los posibles errores de interpretación y otros factores, ahora, al poder editarse el mensaje, se le agregará una capa de complejidad, porque el destinatario, al enterarse que el texto ha sido modificado, se preguntará “¿Qué habrá querido decir el emisor?”; “¿Por qué lo habrá editado?”; “¿Qué habrá dicho la versión original?”, y así despertará susceptibilidades”.

Además, Albarello comenta que, si bien la promesa de esta nueva función es que el usuario tenga un control más racional en la comunicación que emite, en realidad no existe el control absoluto, porque siempre estamos condicionados por las características de la plataforma, sus limitantes y el contexto en el que se da la comunicación. Cabe anotar que Skype ofrece esta característica desde hace por lo menos una década, y sin límite de tiempo.

Más allá de los análisis, los entrevistados coinciden en que este cambio es, a priori, positivo. Como explica Pedro Damián Orden, especialista en tecnología y presidente del Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires, generalmente, las nuevas actualizaciones en las apps responden a estudios sólidos por parte de las desarrolladoras acerca de lo que piden o quieren los usuarios, con lo que es de esperar que se trate de un cambio para mejor, uno que resuelve algo que por el momento permanecía sin atender. “Vamos a incorporar la posibilidad de editar mensajes –dice Orden– de la misma forma en que nos acostumbramos al envío de audios, o el hecho de poder borrar lo que mandamos. Se tratan hoy de gestos naturalizados, cotidianos y recursivos de nuestra interacción digital, que alguna vez no lo fueron”. (La Nación)

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