Revelan detalles de una acción secreta e inusual de EE.UU. para proteger la victoria de Lula da Silva

Por: Marcelo Cantelmi

Es un informe del Financial Times. Sostiene que la operación se extendió durante un año e involucró al jefe del Pentágono, al de la CIA y a otros ministros. Pero se reprocha que el líder del PT no reconoció ese esfuerzo y giró en otro sentido político

Estados Unidos, preocupado por las elecciones en Brasil, movilizó de modo discreto durante un año una extraordinaria maquinaria de funcionarios del más alto nivel incluyendo varios ministros y hasta el jefe de la CIA, para escudar la victoria de Lula da Silva en octubre pasado y evitar que los militares se sublevaran impulsados por las denuncias de fraude del saliente Jair Bolsonaro.

El diario Financial Times, en una extensa investigación que cita numerosas fuentes en ambos países, reveló detalles poco conocidos de esa inusual operación en la cual tuvo un papel el ex embajador en Brasilia y ex subsecretario de Estado, Tomas Shannon, un experto en Brasil.

Sin embargo, no todo resultó como se esperaba. En EE.UU. reprochan que el nuevo gobierno de Lula ”mostró poco reconocimiento público sobre esa campaña”, dijo uno de los consultados.

El presidente de los Estados Unidos Joe Biden junto a Lula da Silva en la Casa Blanca - Foto: NA
El presidente de los Estados Unidos Joe Biden junto a Lula da Silva en la Casa Blanca – Foto: NA

Los ejes de irritación o “resentimiento subyacente”, como lo denomina Shannon, incluyen las posiciones del mandatario sobre la guerra en Ucrania, consideradas favorables a Rusia, la decisión de coordinar con China el uso de las monedas nacionales desechando al dólar o la luz verde para que atraquen en Río de Janeiro dos barcos militares iraníes. “Es como si no supieran o no quisieran reconocer lo que hicimos”, señala el ex embajador.

El informe “es completamente verdad, los movimientos clave de esos días están ahí”, le dijo este jueves a Clarín una fuente diplomática brasileña que agregó que, de todos modos, el artículo está siendo estudiado por la cancillería. Agregó que lo que hizo EE.UU. “realmente fue inusual y muchas veces fue más allá del libreto que se podía esperar”.

Pero al mismo tiempo, sobre los reproches consideró “que es casi infantil que se suponga que ese apoyo signifique un alineamiento automático con los puntos de vista de Estados Unidos”. Remarcó que es cierto que hubo presión hacia los militares, no solo de EE.UU., pero Washington ahí tiene más poder porque los oficiales tienen una relación estrecha con sus pares norteamericanos y “eso potencia la influencia estadounidense”.

La crónica del Financial, titulada “La discreta campaña de EE.UU. para defender las elecciones democráticas de Brasil”, remarca que Bolsonaro antes de los comicios “coqueteaba abiertamente con subvertir la democracia del país. Atacaba el proceso electoral, alegando que las máquinas de votación electrónica utilizadas por las autoridades brasileñas no eran confiables y pidió en su lugar una boleta de papel”.

Caracterizó de inmediato los parecidos de esta actitud con las denuncias sin prueba de Donald Trump en EE.UU. Lo que añade un elemento adicional para explicar el interés del gobierno de Joe Biden.

Aunque la información era conocida, el artículo señala como novedoso que la aceptación final de la victoria de Lula fue en parte el resultado de “una campaña de presión silenciosa de un año por parte del gobierno de EE. UU. para instar a los líderes políticos y militares del país a respetar y salvaguardar la democracia, algo que no ha sido ampliamente informado”.

Operación muy inusual

Esa operación, que un ex alto funcionario de la cancillería norteamericana calificó como “muy inusual”, consistió en una ofensiva de mensajes en los meses previos a la votación utilizando canales públicos y privados.

“Estados Unidos tenía un claro incentivo geopolítico para querer demostrar su capacidad para dar forma a los acontecimientos en la región. La potencia dominante en América Latina por mucho tiempo ha visto erosionada su influencia en los últimos años por una creciente presencia china”, sostiene.

Todo se hizo con cierta discreción debido a que la centroizquierda regional, Lula incluido, ha visto históricamente a Washington detrás de los intentos de socavar la democracia en la región. Para evitar convertirse en un frontón político en una elección ferozmente disputada, la solución fue una operación no publicada que involucró a múltiples ramas del gobierno: “el ejército norteamericano, la CIA, el Departamento de Estado, el Pentágono y la Casa Blanca”.

“Este fue un compromiso muy inusual”, dice Michael McKinley, ex embajador de EE.UU. en Brasil. “Fue casi un año calendario de estrategia, que se llevó a cabo con un objetivo muy específico en mente: asegurarse de que el proceso electoral funcionara”.

La operación, explicó Shannon, se inició con la visita a Brasilia del Asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, en agosto de 2021, más de un año antes de las elecciones presidenciales. El viaje incluyó un encuentro con Bolsonaro.

Según Shannon, el alto funcionario norteamericano “salió preocupado de esa reunión. Bolsonaro siguió hablando de fraude en las elecciones de EE.UU. y siguió entendiendo su relación con Norteamérica en los términos de su relación con el presidente Donald Trump” a quien admira.

“Sullivan y el equipo que lo acompañó salieron pensando que Bolsonaro era completamente capaz de intentar manipular los resultados de las elecciones o negarlos como lo había hecho Trump. Así que se pensó mucho en cómo Estados Unidos podría apoyar el proceso electoral sin que pareciera estar interfiriendo”.

Temor por Bolsonaro

La crónica del Financial Times remarca el riesgo alto de una ruptura de la Constitución y señala que el propio vicepresidente del líder derechista, el general Hamilton Mourao, admitió a Shannon durante una reunión en Nueva York que “yo también estoy preocupado”.

Bolsonaro continuó con su campaña contra las urnas electrónicas y elevó esas dudas en una cita a la que convocó a 70 embajadores acreditados en Brasilia. La cancillería norteamericana emitió entonces un comunicado defendiendo el sistema electrónico como un ejemplo de eficiencia.

“Esa declaración fue muy importante, especialmente para los militares”, señala el diario citando a un alto funcionario brasileño. “Obtienen sus equipos de los EE.UU. Y hacen entrenamiento allí, por lo que tener buenas relaciones con los EE.UU. es muy importante” para los uniformados, agregó.

Una semana después, el ministro de Defensa de Biden, Lloyd Austin, aterrizó en Brasilia con el pretexto de una cumbre regional y encareció a los militares que “debían permanecer bajo un fuerte control civil”.

En un encuentro privado con las cúpulas de las Fuerzas Armadas, Austin les advirtió que “habría importantes consecuencias negativas para los vínculos militares bilaterales si se hiciera algo” contra la Constitución.

Un refuerzo adicional del mensaje a los altos mandos de Brasil provino de la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EE.UU. quien también llegó a Brasil dos veces antes de las elecciones. “El ministro de Defensa, el jefe de la CIA, el asesor de seguridad nacional, todos visitaron Brasil en un año electoral”, dice McKinley. “¿Es esto habitual? No, no lo es.” (Clarín)

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