(Por: Rubén Lasagno) – La relación entre el hombre y la política es inherente y sustancial a ellos, es una simbiosis; no existiría la segunda sin la presencia del ser humano, pero ningún hombre podría desenvolverse socialmente sin el exoesqueleto de la política, que le da contenido, orden y sentido a su existencia, tal como lo refiere y analiza en profundidad la Ciencia Política.
Pero el hombre, especie única e irrepetible, usa a una parte o faceta de la política como un medio de vida; no para resolver “los problemas de la gente” como pregonan cuando están en campaña y engañan discursivamente; todo lo prometido previamente lo incumplen en la práctica, cuando llegan y obtienen un cargo, ya sea electivo o puesto a dedo por los que asumieron el gobierno.
Entonces “la política” nos muestra dos caras o al menos toma dos sentidos: el de la necesidad humana que la necesita como reguladora de la vida en una sociedad y en su segunda versión se muestra como un camuflaje artero, disfrazado de transformers de quienes negocian en su nombre, buscan el interés personal, corporativo o sectorial, que popularmente les da el despectivo nombre de “politiqueros”.
Y estamos llenos de politiqueros; donde miremos los tenemos presentes. Arriba, abajo, adelante, atrás, a los costados, nos aparecen personas y personajes que pintaban para otra cosa y en el camino, se transformaron en lo que son hoy, o bien, eran siempre como lo vemos ahora, pero disimulaban para parecer buenos.
El mejor ejemplo de esta inmoralidad política fue aquella increíble campaña del 2019 cuando Cristina Fernández armaba el Frankenstein llamado Alberto Fernández y lo vendía como el bueno, el moderado e incorruptible. Los medios incrédulos o pagos, recogían el guante y replicaban la idea aquella de que “volvían mejores”, abonando el terreno para el desastre nuclear que llevó a cabo el tridente Alberto-Cristina-Sergio.
En el 2023, asqueado de lo anterior, los argentinos volvimos a reaccionar con otro volantazo político, eligiendo un out sider raro, disrruptivo, exótico y complejo de descifrar. A nueve meses, no estamos tan seguros de haber cambiado la matriz y ahora dudamos si en realidad, no hemos sido (nuevamente) engañados en la fe pública.
La política, al menos en la Argentina, es un negocio. Si bien es cierto que un diploma universitario y una buena cuenta bancaria previo a ocupar un cargo, no es garantía de honestidad y/o capacidad y a las pruebas me remito, también es absolutamente cierto que quienes acceden a la política en nuestro país en su mayoría entran con lo puesto y (clase media o media baja) salen enriquecidos, acomodan a toda su familia y tejen relaciones que les ayudan a construirse un futuro mucho más promisorio.
No es menor el inicio de la “dinastía” en la política argentina, donde el padre mete al hijo, el hijo al hermano y así sucesivamente el Estado comienza a plegarse de apellidos similares que seguirán por años, si es que la desmesura no les destruye las esperanzas de vivir para siempre de la cosa pública.
Entonces la pregunta sería ¿La política es para ricos?, no ¿Debe ser para pobres?, tampoco, es y debe ser para hombres y mujeres honestos. Y esto en la Argentina, culturalmente ligada a “la avivada”, “el curro” y “las agachadas”, es una entelequia.
El purismo no existe en la vida como tampoco la perfección, pero al menos, quienes tienen la vocación por servir, deberían evitar servirse, tal como lo hace el sector político argentino, a riesgo de generalizar pero soy consciente que sería interesante encontrar un ejemplar humano que no se haya transformado, luego de ingresar al plano de la política, ya sea en un cargo electivo o uno público, al que arriban, en la mayoría de los casos, no por idoneidad y profesionalismo en la materia, sino por militancia o por la confianza que le dispensa a algún amigo con poder (sea intendente, gobernador o presidente).
Somos los responsables
Hemos co-fundado con los demás argentinos, una cultura política abyecta que nos vuelve en contra, cada vez que necesitamos de la transparencia y la honestidad. Y todos ellos, son generados por nuestro propio cuerpo social.
Por este motivo y no otro, es que los argentinos debemos clasificar a los políticos como las manzanas en sus distintas variedades, formas y color. No deberíamos votar masivamente lo que nos impongan, sin el análisis previo, ni quedar bajo el yugo de los medios propagandísticos y las campañas masivas que nublan la vista y la conciencia.
El hombre de la bolsa siempre está allí, al acecho. Y para no hacer una cuestión de género, como le gusta señalar a muchos progres de cabotaje, la mujer de la bolsa también acecha. Muchas de ellas han dejado su huella indeleble y a pesar de todo, insisten con permanecer.
¿Cuándo aprenderemos a votar, a elegir y a construir nuestra propia idea política, sin dejarnos llevar por las estructuras corruptas, las campañas direccionadas, los medios interesados y los candidatos sin capacidad propositiva más que la mentira y la inutilidad para desarrollar una tarea para lo cual no están preparados?. (Agencia OPI Santa Cruz)
Hablando en la nota de la mujer de la bolsa que acecha…. Recuerdo la frase del juez Strassera cuando dijo que el kichnerismo: era un gobierno de ladrones, que preferia ser gobernado por ali baba y los 40 ladrones porque sólo eran 40. Cristina llamaba a este Sr. ,hasta en actos publicos lo hacia, como el impresentable, porque ademas de chorra, y loca es muy ordinaria. Los años que pasaron de esa frase y luego siguieron choreando y corrompiendo lo que tocaban. Una persona no debe estar bien mentalmente o tiene su educación distorsionada para votan a miserias humanas así. Yo nunca los vote.
Una gran verdad y asi nos va….
El problema de este querido mi pais, es la justicia, si hubiese actuado con independencia y sin dejarse prostituir y corromper por la politica y haber actuado a favor de la ley hoy no tendriamos estos corruptos politicos desde el advenimiento de la democracia, que es lo peor que le paso al pais, si hubiesen metido presos a todos los politicos oportunistas que metieron la mano en la lata los que vinieran despues se ivan a cuidar de hacer todas las fechorias hechas hasta en la actualidad, entonces los sinverguenzas se meten de politicos porque saben que pueden robar a mansalva total si nunca les hicieron pagar con carcel y sacarles todo lo robado al pais y por ende a nosotros a los anteriores cómo no lo van a hacer estos que estan hoy, este milei es un enfermo mental hdmp que se mete con los mas debiles, los jubilados y los laburantes y favorece a la casta politica, empresarios y todo hdp de su entorno, lamentablemente mientras no tengamos justicia en el pais, esto politicamente no cambia mas