10:00 Docentes, alumnos y científicos explican por qué llevaron su reclamo a la calle.
Por: Paula Galinsky
Los truenos se confunden con el sonido de una batucada que encabezan estudiantes de Quilmes. Diluvia. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, se amuchan y comparten paraguas. Los que tocan los redoblantes se empapan. Todos gritan las consignas. “Viva la universidad pública”, se escucha desde un megáfono. La gente responde con un “Viva”. Hay aplausos tras cada uno de los reclamos y también silbidos para funcionarios a la altura del Congreso, desde donde este jueves, pasadas las 17, una multitud marchó hacia Plaza de Mayo para denunciar falta de presupuesto para las universidades y exigir salarios dignos para los docentes.
“Que el sacrificio de mis viejos para poder estudiar no sea en vano”, dice el cartel que sostiene Thomás Pereyra. Es de Berazategui, tiene 18 y está cursando el primer año de Abogacía en la Universidad Nacional de La Plata. “Junto con mis hermanos, somos la primera camada en mi familia en llegar a la facultad. Para nosotros es un orgullo. Vine porque siento que peligra mi continuidad educativa. Cada vez se me torna más difícil, empezando porque pedí una beca para cubrir los apuntes y la comida en la universidad y no me la dieron”, cuenta Thomás.
A metros de él está Gladys Espirilla, que estudia Trabajo Social en la Universidad Nacional de Lanús. Lleva una tijera amarilla enorme colgada de un palo de escoba. Dice que “representa el recorte que están haciendo en las universidades: en nuestra facultad están sacando los talleres y las actividades optativas”.
Julián Peñalba, que estudia Ingeniería en Zootecnia en la Universidad de Lomas de Zamora y acompaña la marea humana a la altura de Avenida de Mayo y 9 de Julio, cuenta que se moviliza por sus docentes y por la falta de presupuesto que, en su caso, se traduce en problemas para conseguir insumos. “Soy ayudante de un proyecto de investigación y lo veo: necesitamos materiales que vienen de afuera y por estar en dólares no los podemos comprar”, resume sobre el conflicto que tiene en vilo y, en muchos casos sin clases, a 87 colegios preuniversitarios y 57 universidades de todo el país desde el 6 de agosto.
Entre las banderas de centros de estudiantes de colegios secundarios, universidades y algunos partidos políticos, también se moviliza Virginia Velazco. Lleva como bandera un guardapolvo blanco con el lema “Todos por la educación pública”. “Soy docente y también mamá. Tengo hijos en una primaria y una secundaria pública y me gustaría que algún día también puedan ir a la universidad pública. Estoy acá por eso. Porque nos quieren quitar esa posibilidad. También por las pésimas condiciones edilicias de los colegios y por las muertes en Moreno por la explosión de gas”, sostiene.
Alberto Kornblihtt, biólogo molecular y doctor en Ciencias Químicas, es otro de los que marcha. Se muestra sorprendido por la amplia convocatoria: “Esta manifestación es gigantesca, hay miles de personas como nunca se ha visto defendiendo la educación pública, la universidad pública estatal gratuita, la ciencia y la tecnología, frente a un gobierno que la está atacando y la está agobiando”.
A la altura de Plaza de Mayo, desde el escenario y por altoparlantes celebran que hay 350 mil manifestantes. Mientras, en Casa Rosada hablan de 60 mil. Por Avenida de Mayo se ven para todos lados cientos de personas caminando, bailando, saltando. A pesar de la lluvia que no para y el viento que se hace sentir.
A los pañuelos verdes, a favor de la legalización del aborto, y los naranjas, por la separación de la Iglesia y el Estado, se suman otras dos variantes: los blancos y los azules, ambos en defensa de la educación pública. Varios de los que caminan mojados ya los llevan colgados de sus mochilas o en el cuello. “Porque la universidad pública no se toca”, insisten. (Clarín)