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Sin esfuerzo, mérito, trabajo, humildad y empeño, no habría selección campeona del mundo. Menos mal que nadie sigue el consejo de Alberto Fernández

(Por: Rubén Lasagno) – “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años”, fue la “frase célebre” del presidente Alberto Fernández dicha en San Juan en el 2020, resumiendo un pensamiento donde la evolución de una sociedad, el avance tecnológico, económico, científico y político (según el gobierno) no está atada  al mérito, una conducta social la cual hace que una persona sea digna de obtener un premio, un reconocimiento o sea destacada en una función específica, relacionado con el resto de la sociedad.

Si aplicamos la teoría kirchnerista citada por el presidente, hoy  el equipo de fútbol de la selección nacional no habría ganado nadani siquiera hubiera clasificado. La principal fortaleza del equipo de Lionel Escaloni es el trabajo, la dedicación, el esfuerzo, la gran humildad y la gran voluntad puesta al servicio de un objetivo superior.

Sin esfuerzo, mérito, trabajo, humildad y empeño, no habría selección campeona del mundo. Menos mal que nadie sigue el consejo de Alberto Fernández

El equipo de la selección nacional de fútbol, no ha llegado a ser campeones del mundo, precisamente, por no creer que el mérito sea lo esencial para evolucionar y crecer. El equipo ha dado muestra que la unidad y la vocación de triunfo que puede tener un grupo de personas que se pongan como meta un logro común, sea deportivo o de cualquier otro tipo. Ojalá la clase dirigente de nuestro país creyera que ser mejores no es creerse  mejores.

Esto resalta que “la grieta” es una construcción política que viene de arriba hacia abajo, se funda en aspectos egoístas y particularmente en aspiraciones personales de sus cultores y queda perfectamente dinamitada ante este hecho deportivo que puso en la calle a millones de argentinos que han visto por primera vez en 36 años, una unión espiritual por encima de cualquier relato, partido político o personaje nefasto de la política nacional.

El equipo del seleccionado ha contrarrestado fácticamente la idea de que no es necesario el mérito, el esfuerzo y el trabajo para lograr conquistas

Solo los vagos, populistas y corruptos, pueden bajar al pueblo la idea de que todo debe proveerlo el Estado y vos (pueblo) tenés que esperar el derrame del maná, estigma que convalida el control social a través del empobrecimiento y la dependencia, de quienes bregan tanto por los pobres que no dejan de incrementarlos en una Argentina donde ya consiguieron que el 50% de la población sea pobre, la inflación esté en el orden del 100%, la desocupación supera el 30% y la huida de las industrias y empresas sea masiva al igual que la juventud argentina, por la falta de oportunidades y el desastre económico al que nos han arrastrado.

Ayer las calles se inundaron de fervor nacional, genuino, que se unificó tras un triunfo deportivo. Pero a no engañarnos, los lacayos y oportunistas, siguen agazapados. El presidente Fernández no ha podido encontrar la forma de capitalizar el triunfo de la selección. Por “la cola de paja” que tiene el gobierno nacional, con la apropiación sistemática de los símbolos de todos los argentinos, Alberto Fernández debió prescindir de la invitación de Macrón para compartir la final del mundo. No pudo ir por las consecuencias que dicha foto tendría a nivel nacional. Si la selección perdía, la categoría de “mufa” que le colgaron a Macri, encontraría otro depositario. Si ganaba, como ganó, le dirían que ya había comenzado el uso político del triunfo y en nuestro país, dividiría las aguas, especialmente en la calle.

Ese es el precio de ser populista, alimentador de la grieta y mentiroso compulsivo, aparte de un inútil como político, junto con su vice y el Ministro de Economía de la Argentina, quien en los últimos días tiró un 4,9% de inflación, mintiendo para hacerle creer a la gente que el triunfo de la Argentina es completo e integral. No les funcionó.

Ayer la gente expresó felicidad separando los tantos. Los víctores de “héroes” fueron para el seleccionado nacional y los cantos populares para la Argentina como nación; no tuvo nada que ver el gobierno nacional, a quien la propia gente relegó de sus mensajes y de su alegría.

El reconocimiento fue al mérito, al esfuerzo, el trabajo y al sacrificio de un grupo de hombres que están más allá de la mezquindad chiquita de la política vernácula. A nadie le importó lo que piense el gobierno, todo fue alegría por venerar a los 24 jugadores y el cuerpo técnico que logró un triunfo mundial histórico después de 36 años, independientemente del desgobierno que aplican los administradores circunstanciales de la Argentina de este momento y las penurias que nos hacen pasar y que ayer, por algunas horas, la gente no olvidó, solo las dejó de lado.(Agencia OPI Santa Cruz)

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