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El gobierno es tan absurdo que los cambios de ministros sin idoneidad, ni condiciones mínimas para desempeñar sus cargos, no le importan a nadie

(Por: Rubén Lasagno) – Cuando en un gobierno nacional arrecian los cambios en el gabinete, generalmente viene precedido de un escándalo político, de una sucesión de yerros en la/las carteras afectadas y el cimbronazo suele ser institucional. 

En todos y en cualquier gobierno pasa, en mayor o menor medida, pero en ninguno con la displicencia y tan baja repercusión como la entrada de las nuevas ministras de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, de Trabajo, Raquel Olmos y de Mujeres, Géneros y Diversidad, Ayelén Mazzina, a quienes el presidente Alberto Fernández hoy les toma juramento.

La designada Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Ayelén Mazzina - Foto: NA

Ninguna de ellas ha sido elegida por sus capacidades profesionales, experiencia, idoneidad o especialidad técnica. Todo se resume a un movimiento de enroque político por razones de orden interno del gobierno, sus peleas intestinas, sus egoísmos y la imposibilidad (porque no la poseen) e incapacidad institucional para elegir gente capaz con el fin de gestionar.

Solo se trata de ocupar los cargos con militancia ignorante, gente corrida por inútil de otros puestos, desconocidas o simples sostenedoras (como en este caso) del discurso oficialista, sin importarle un ápice si podrán o no con el cargo, porque en definitiva, no es eso lo principal ni lo importante (para el gobierno nacional).

Tan baja es la calidad del gobierno de Alberto, Cristina y Massa, que Tolosa Paz no encontró  mejor criterio para juzgar la llegada de ella y sus compañeras de militancia a los cargos, si no es resaltando que por primera vez llegan tres mujeres a los ministerios de Desarrollo Social, Género y Trabajo y agregó “Eso es muy bueno para el país…” (¿?)

Obvio, esta falta de calidad en los ministros y ministerios es una consecuencia lógica de lo que piensan en la Casa Rosada donde para Alberto y Cristina el mérito no es necesario. Y el propio gobierno nacional es la viva demostración de que cualquier inútil, corrupto y desequilibrado, puede llegar a gobernar la Argentina, dado que el mérito, como condición sine qua nonno existe para la accesibilidad a un cargo público.

Es por esto que las salidas de los anteriores funcionarios y las designaciones de estas tres mujeres, no tienen ninguna relevancia para la sociedad, excepto para quienes quieren poner en la agenda pública un hecho tan irrelevante como ordinario. Seguramente lo tendrá cuando esa sociedad sufra las consecuencias de la mala praxis de estas nuevas ministros, sin capacidad para ocupar cargos, especialmente, en un Ministerio tan fundamental como el de Trabajo.

El presidente Alberto Fernández recibió hoy en Casa Rosada a la designada ministra de Trabajo, Kelly Olmos - Foto: NA
El presidente Alberto Fernández recibió hoy en Casa Rosada a la designada ministra de Trabajo, Kelly Olmos – Foto: NA

Y esto es grave. Porque más allá de que los personajes no importen, la institucionalidad queda afectada; la pérdida del interés público por quién nombren allí es muy dañino, por cuanto esas mujeres tendrán decisión sobre temas que desconocen pero afectará a gran parte de los argentinos.

Este fenómeno sociológico sucede por la concurrencia de dos temas fundamentales: la desintegrada credibilidad de un gobierno rapaz, que busca rascar en el fondo del tarro los últimos porotos que le deja la resaca institucional de una presidencia destartalada y terminal autogestionada y la indiferencia pública, tras el hartazgo popular de gente con otras prioridades familiares, personales y empresariales, ocupados en resolver los desquicios de una economía errática donde hay 24 tipos de dólar, la pobreza a casi el 60%, la inflación trepa a más del 100%, la desocupación es histórica y jamás registrada en la Argentina y los pobres son cada vez menos, pero no porque hayan salido de ese vergonzoso segmento social, sino porque han caído en la indigencia.

Ante esta realidad, que Tolosa Paz, Olmos y Mazzina asuman, es lo mismo que si asumieran Pérez, González y Gutierrez. El gobierno de Alberto, Cristina y Mazza han reducido el interés público por los actos de gobierno, a cero; han distorsionado tanto la verdad, que no solo nadie les cree, sino que nadie se preocupa en buscar la verdad al objeto que propone Alberto y Cia; han destruido tanto su propia credibilidad como la esperanza del ciudadano de creer en las instituciones, lo cual genera una apatía peligrosa, porque es caldo de cultivo para que estos corruptos, inadaptados políticos y antipatrias, tengan las manos libres para llevarnos aún un poco más abajo, si es que se puede caer tanto como han dejado a la Argentina hasta este momento. (Agencia OPI Santa Cruz)

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