Según publica Clarín Es desde que se acabó la ayuda estatal para hacer frente a la pandemia. Los negros y los latinos, los más afectados
Después que una ambiciosa ampliación de la red de seguridad en la primavera salvara a millones de estadounidenses de la pobreza, la ayuda ahora en gran medida se ha agotado y la pobreza ha vuelto a niveles más altos que antes de la crisis del coronavirus, revelan dos estudios nuevos en Estados Unidos.
La cantidad de pobres aumentó 8 millones desde mayo, según investigadores de la Universidad de Columbia, después de caer 4 millones al comienzo de la pandemia como resultado de un paquete de emergencia de 2 billones de dólares conocido como Ley de Cuidados (Cares Act).
Utilizando una definición distinta de pobreza, los investigadores de la Universidad de Chicago y Notre Dame concluyeron que otros 6 millones de personas cayeron en la pobreza en los últimos tres meses, con un agravamiento especialmente pronunciado en el caso de los negros y los niños.
Significativamente, los estudios difieren respecto del mes más reciente: mientras que el modelo de Columbia muestra una mejora en septiembre, los analistas de Chicago y Notre Dame concluyeron que la pobreza siguió creciendo.
“Estas cifras son muy preocupantes”, dijo Bruce D. Meyer, economista de la Universidad de Chicago y uno de los autores del estudio. “Nos dicen que la gente está teniendo muchos más problemas para pagar las cuentas, pagar el alquiler, poner comida en la mesa”.
El reciente aumento de la pobreza se produjo pese a la mejora en el mercado laboral, indicio que la economía se viene recuperando con demasiada lentitud para compensar los beneficios perdidos. La Cámara de Representantes demócrata aprobó dos veces paquetes de varios billones de dólares para brindar más ayuda y estimular la economía, pero los miembros de un Senado republicano dividido, que cuestionan los costos y la necesidad, han propuesto planes de menor envergadura. El presidente Donald Trump alternativamente le pidió al Congreso que “tomara medidas a lo grande” antes de las elecciones y canceló las negociaciones.
La Ley de Cuidados incluye pagos por única vez para la mayoría de los hogares -1.200 dólares por adulto y 500 por menor- y una enorme ampliación del seguro por desempleo.
Esa ampliación como mínimo duplicó el porcentaje de trabajadores desempleados que reciben subsidio, calcularon los investigadores, al incluir a los trabajadores que realizan changas y los autónomos hasta diciembre. Además, sumó 600 dólares a la ayuda semanal hasta fines de julio, casi triplicando el beneficio promedio. Para unos dos tercios de los beneficiarios, el subsidio reforzado reemplazó con creces el salario perdido.
Despidos
En su pico más alto en mayo, la ayuda evitó que más de 18 millones de personas cayeran en la pobreza, encontraron los investigadores de Columbia. Pero para septiembre, esa cifra había bajado a unos 4 millones.
“La Ley de Cuidados fue inusualmente exitosa, pero ahora ha desaparecido y muchas más personas son pobres”, dijo Zachary Parolin, uno de los autores del análisis de Columbia.
Entre quienes experimentan nuevas penurias se encuentra Kristin Jeffcoat, de 24 años, que cría tres hijos en Camptonville, California, un pueblito situado unos 130 kilómetros al norte de Sacramento. Cuando en la primavera pasada cerraron las escuelas, Jeffcoat, empleada de un servicio de distribución de comestibles, tuvo que quedarse en casa a cuidarlos. Luego su marido fue despedido de su trabajo en paisajismo.
La red de seguridad ampliada al principio los contuvo: en conjunto recibían más de 1.500 dólares por semana de subsidio por desempleo, lo que superaba los salarios que habían perdido. También recibían una cheque de estímulo de 3.900 dólares, que utilizaron para pagar por adelantado tres meses de alquiler. Pero desde que el beneficio por desempleo caducó en julio, sus ingresos en efectivo se redujeron casi 80%.
Ahora, Jeffcoat y su marido, que viven con 350 dólares por semana más vales de comida, se han quedado sin electricidad porque no pueden pagar el combustible para el generador (su casa no está conectada a la red eléctrica) y han pasado semanas sin propano para cocinar y calentar el agua para bañarse. “Comemos comidas frías… cereales”, dijo la mujer.
Jeffcoat dijo que, para alimentar a sus hijos, a veces tiene que saltearse comidas, especialmente a fin de mes cuando los vales de alimentos se han terminado. Su esposo vendió sus herramientas para comprar pañales y Jeffcoat trató de vender sus óvulos a una clínica de fertilidad pero no reunió los requisitos médicos. Peor que las penurias físicas es la preocupación.
“Decididamente me siento un poco más inquieta, más irritable con los chicos”, dijo Jeffcoat.
La volatilidad de los ingresos es especialmente dura para las familias de bajos recursos, que carecen de los ahorros o el crédito necesarios para poder pagar las cuentas esenciales. Actúa como una especie de impuesto invisible, medido en unidades tan variadas como pagos fuera de fecha, estrés tóxico y peores resultados académicos en el caso de los niños. “La falta de previsibilidad tiene todo tipo de consecuencias negativas”, dijo Bradley L. Hardy, economista de la American University, que destaca que las fluctuaciones en los beneficios amplifican los giros de la economía.
Para todos, no
El aumento de la ayuda no llegó a todos. Alrededor de un tercio de los desempleados aún no reciben subsidio por desempleo, calcularon los analistas de Columbia. Algunos desempleados no saben que pueden solicitarlo y muchos se topan con trabas burocráticas. Los trabajadores indocumentados no califican para el subsidio por desempleo y ningún miembro de su hogar puede recibir cheques de estímulo, lo que incluye a los cónyuges y millones de niños estadounidenses.
Entre los individuos en condiciones de percibir cheques de estímulo, alrededor del 30% no los recibió, calculan los investigadores de Columbia. Mientras que la mayor parte de las familias los recibieron automáticamente, quienes son tan pobres que no presentaron declaración de impuestos tuvieron que solicitarlos.
Dada la magnitud de la crisis, el aumento de la pobreza desde enero –aproximadamente 8% según el cálculo de Columbia- fue “moderado”, dijo Turner.
De acuerdo con la medición más completa del gobierno, una familia de cuatro de una ciudad típica se considera pobre si sus ingresos anuales caen por debajo de los 28.170 dólares.
Los negros y los latinos tienen más del doble de probabilidades que los blancos de ser pobres, muestran los nuevos datos. Ambos grupos minoritarios trabajan con mucha frecuencia en industrias muy castigadas por la recesión y podrían toparse con obstáculos para recibir ayuda. Los negros viven en mayor proporción en los estados del sur, que tienen beneficios más bajos, y los latinos quedan descalificados porque carecen de estatus legal. (Clarín)