(OPI TdF) – Los datos del mercado de trabajo correspondientes al tercer trimestre de 2025, revelados recientemente por el INDEC, exponen una realidad inquietante para el aglomerado Ushuaia-Río Grande. Con una tasa de desocupación que oscila en el 7%, la provincia se ubica en una franja de vulnerabilidad intermedia, lejos del blindaje —a veces estadísticamente volátil— de las cuencas petroleras, pero también distanciada del colapso laboral que experimenta la capital de Santa Cruz. Las cifras confirman que el ecosistema económico fueguino navega en lo que los especialistas definen como una “zona de equilibrio inestable”, donde la falta de robustez en la creación de empleo genuino mantiene a la isla en una vigilancia permanente.
El relevamiento técnico arroja un coeficiente de variación del 19,9% para las ciudades fueguinas. Si bien este indicador otorga cierta validez al dato, también sugiere dificultades en la medición de un mercado que no logra despegar. Tierra del Fuego se diferencia nítidamente de los extremos regionales: no goza del “pleno empleo técnico” de Comodoro Rivadavia-Rada Tilly (2,7%) o Neuquén-Plottier (3,3%), traccionados por la inercia de los hidrocarburos; pero tampoco ha caído en la degradación estructural de Río Gallegos, que lidera el desempleo patagónico con un alarmante 10,8%. Esta posición intermedia de la isla no debe leerse como un éxito, sino como el síntoma de una economía contenida que no logra capitalizar ventajas comparativas para blindarse ante los vaivenes nacionales.
Desde el Observatorio de Economía de los Recursos Naturales de la Patagonia Sur, se ha encendido una luz de alerta sobre la confiabilidad de los “números dorados” de las zonas petroleras. Advierten que en lugares como Comodoro Rivadavia existe una paradoja: baja desocupación conviviendo con una tasa de actividad reducida y una caída real de miles de empleos formales en sectores extractivos de Chubut. Esto sugiere que el bajo desempleo en esas zonas podría ser un “espejismo estadístico” producto de una muestra pequeña y volátil, mientras que en los centros administrativos y de servicios —como Ushuaia, Río Grande y Río Gallegos— el desempleo es un fenómeno mucho más tangible, estable y fidedigno para los encuestadores.
En definitiva, el promedio regional del 5% para la Patagonia funciona como una máscara que oculta disparidades profundas. Mientras el norte patagónico vive la fiebre del recurso natural y el sur santacruceño sufre la parálisis del empleo estatal y comercial, Tierra del Fuego queda expuesta en un limbo. La situación demanda un monitoreo exhaustivo, dado que el 7% de desocupación en la isla, aunque moderado en la comparativa, evidencia la fragilidad de un modelo que, pese a sus regímenes especiales, no logra inmunizarse contra la incertidumbre laboral que atraviesa al sur del país. (Agencia OPI Tierra del Fuego)