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La protesta contra los femicidios se convirtió en un clamor nacional

La protesta contra los femicidios se convirtió en un clamor nacional
20/10 – 09:20 – En la Capital, una multitud protestó contra la violencia de género; por primera vez las mujeres hicieron un cese de actividades laborales de una hora; el brutal crimen de Lucía Pérez, en Mar del Plata, volvió a alertar sobre la problemática

La lluvia fue incesante durante la tarde de ayer, pero no impidió que miles de mujeres se manifestaran en el Obelisco y en la Plaza de Mayo tras la convocatoria del colectivo #NiUnaMenos contra la violencia de género. Al mediodía, hubo un paro laboral femenino en todo el país. El negro vistió los cuerpos de las mujeres que protestaron en una jornada inédita en el país.

El llamado al paro de mujeres con movilización surgió el jueves pasado por la fuerte repercusión que tuvo el caso de Lucía Pérez, una adolescente violada, torturada y asesinada en Mar del Plata. La convocatoria la hizo #NiUnaMenos junto con otras agrupaciones feministas. Se sumaron partidos de izquierda, gremios, el kirchnerismo y organizaciones de derechos humanos.

En oficinas privadas y públicas, entre las 13 y las 14, las mujeres suspendieron sus tareas y salieron a la calle a aplaudir como forma de manifestación contra la desigualdad. Varios hombres acompañaron y se mostraron junto a ellas bajo la lluvia. LA NACION recibió reportes y fotos desde dependencias públicas, municipales y nacionales, de empresas privadas porteñas y bonaerenses que habían parado, y de localidades del interior.

El paro se sintió hasta en el subte. Pasadas las 13, en una formación de la línea B, una voz masculina informó por altavoz que la formación era operada sólo por hombres porque las mujeres habían parado. En la estación Diagonal Norte de la línea D se leía la frase “Ni una menos” en los carteles digitales que indican el estado del servicio.

La concentración estaba convocada para las 17, pero a las 16 ya se veía una importante afluencia en torno del Obelisco. Hacia las 18 apenas se podía caminar por las calles que rodean la intersección de las avenidas 9 de Julio y Corrientes. Anoche, autoridades vinculadas con el área de seguridad porteña informaban que la marcha superó las 25.000 personas. Al cierre de esta edición, las organizadoras calculaban casi el doble.

Aunque estaban divididas las opiniones sobre si debían ir los hombres, hubo fuerte presencia masculina. “Pensamos que por la lluvia no venía tanta gente, esto nos sorprendió”, dijo Clara, que viajó desde Ramos Mejía con su novio, Enrique. “Él me quiso acompañar y le dije que sí, aunque habíamos escuchado que los hombres no estaban invitados.” Él también opinó: “Me parece importante que nosotros también pensemos en la situación de las mujeres, muchas veces piensan que no es nuestro problema”.

Hasta ayer no estaba confirmado si la manifestación iría hacia la Plaza de Mayo. Algunos de los organizadores querían evitar que, al protestar frente a la Casa Rosada, su reclamo quedara reducido a un acto específico contra el Gobierno. Además, había temor a que hubiera incidentes en la Catedral, como en otras manifestaciones feministas. Pasadas las 20, durante la desconcentración, un grupo de casi 20 jóvenes con caras cubiertas lanzó bombas de pintura contra la Catedral, que estaba vallada. Tiraron y quemaron basura. Pintaron la palabra aborto en las vallas.

“Es una manifestación de unión, nos empoderamos al saber que estamos juntas. Que la sociedad sepa que ni la lluvia nos para”, dijo María, de 27 años, bajo un paraguas rojo, cerca de la Catedral. Fue a la movilización junto con dos amigas; todas llevaron carteles alusivos a #NiUnaMenos, hechos por ellas mismas.

Desde temprano, en calles y avenidas del centro porteño, estaban preparados improvisados stands donde se vendían pins a $ 15, remeras con consignas feministas a $ 120, banderas #NiUnaMenos a $ 50, así como pilotos y paraguas. “A los choris, chicas, a los choris”, cantaban los asadores, entre nubes de humo, al caer la noche en la Plaza de Mayo.

Las calles céntricas permanecieron cortadas hasta pasadas las 20. El tránsito alrededor de la zona de la manifestación fue un caos.

Los bares cercanos a la Plaza de Mayo estaban colmados de gente que tomaba café, aprovechaba para ir al baño y se refugiaba de la lluvia incesante. Muchos locales permanecieron cerrados, tal vez para evitar la entrada masiva de manifestantes.

El ánimo era tranquilo pero efusivo. Mujeres con chicos, embarazadas, con sus parejas, con amigas, con compañeros y compañeras de agrupaciones políticas. Se oían el estruendo de bombos y cánticos femeninos por altavoces. En la calle, muchos se quejaban del uso de paraguas, que empeoraba la complicada circulación a pie. No mojarse era casi imposible.

Otras voces

También hubo rondas de mujeres que cantaban “Ni una Menos, vivas las queremos”. En menor medida podían escucharse consignas contra el Gobierno, en especial de agrupaciones de izquierda.

Había banderas de Pan y Rosas, de La Cámpora, del Frente de Izquierda, del Partido Comunista Revolucionario, de Autodeterminación y Libertad. También podían verse banderas de agrupaciones de defensa de la diversidad, como la de “Lesbianas Presentes”. En otra, podía verse la bandera del arco iris, símbolo del orgullo gay.

Muchas mujeres hicieron sus propios carteles caseros, que llevaron colgados en la espalda, en los paraguas y en los bolsos. La charla surgió de manera espontánea entre desconocidas de todas las edades.

“Vine a la marcha porque estos eventos obligan a los medios a hablar del tema y cuanto más se hable y más repercusiones tenga más cerca de un cambio vamos a estar”, sostuvo Fernanda, arquitecta de 30 años, de Villa Urquiza, que estaba complemente vestida de negro. “El cambio no es sólo el ideal desde políticas públicas, sino también desde la toma de conciencia a nivel grupal e individual”, concluyó. (La Nación)

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