Según publica Clarín De acuerdo a un informe del sector, el contrato por la vacuna rusa aún no se completó. El contexto de la guerra en Ucrania abre interrogantes.
Por: Bernardo Vázquez
A 15 meses de la firma del contrato entre Argentina y Rusia por la adquisición de dosis de la vacuna Sputnik V, todavía restan 8,8 millones de componentes por llegar y no se pagaron US$ 75 millones. Así consta en datos del sector a los que accedió Clarín y que se difundieron en un texto de 13 puntos.
En diciembre de 2020, el Ministerio de Salud informó que había cerrado un acuerdo con el Instituto Gamaleya por la adquisición de 20 millones de dosis, luego ampliado en otros 10 millones adicionales a través de una adenda. En ese entonces, se planteó que el costo de cada dosis era de US$ 10, lo que llevó el tratamiento global por persona a US$ 20.
En el informe, además, se detalla que a partir de abril del año pasado, Argentina comenzó la producción de la vacuna en el país, por un acuerdo con el laboratorio Richmond. Fue allí donde se decidió que las 10 millones de dosis extra que se habían firmado en la adenda se producirían a nivel local.
Según se desprende del sitio web del Ministerio de Salud, Argentina recibió 14,9 millones de dosis desde Rusia y 6,3 millones de Richmond, por lo que restan 8,8 millones de dosis pendientes de entrega. Así, la cobertura de vacunas en relación a la firma del contrato es en torno al 70%, siendo Sputnik el componente más rezagado a la hora de las entregas, de todos los laboratorios con los que firmó Argentina. Desde octubre no ha habido registro de nuevos ingresos de dosis desde el país europeo.
Fuentes del sector aseguran que el contrato total que había cerrado el Gobierno por la adquisición de Sputnik fue de US$ 300 millones. De ese monto, se abonaron primero US$ 140 millones, y luego otros US$ 86 millones, es decir, un 75% del total. Faltan cubrirse otros US$ 74 millones, que no se sabe cuándo se abonarán ni de qué manera.
La situación actual de Rusia, en plena guerra en Ucrania y con todos los mercados internacionales cerrados al gobierno de Vladimir Putin, abren el interrogante acerca de cómo se pagará esa deuda, si algún día efectivamente se termina de pagar. Y también como se enviarán los denominados principios activos con los que se desarrollan las vacunas, aun en el caso de que las produzca Richmond, desde donde deben salir las 8,8 millones de vacunas que faltan enviarse.
En el informe se destaca que “además de su costo y de las demoras en las entregas, otra dificultad fue la provisión de la segunda dosis. No hay que perder de vista que el tratamiento con Sputnik es el único que incluye dos componentes distintos y que no se pueden intercambiar, lo que dificulta la finalización del tratamiento completo”.
En ese contexto, se describe que Argentina recibió a la fecha 12,1 millones de la primera dosis y 9,1 millones de la segunda, incluyendo las entregas de Rusia y de Richmond en conjunto. Son 3,6 millones las personas que no pudieron completar el tratamiento con el segundo componente de Sputnik y que debieron inmunizarse con otra vacuna, por ejemplo, AstraZeneca. La información estadística oficial disponible no permite conocer estos detalles con profundidad.
La entonces asesora presidencial, Cecilia Nicolini, envió en julio del año pasado un mail al director ejecutivo del Fondo Ruso de Inversión Directa reclamando la entrega de dichos componentes y reconociendo motivos geopolíticos detrás de la elección de la vacuna rusa, recordando que el gobierno argentino hizo “todo lo posible para que Sputnik V sea un gran éxito” y advirtiendo, en la misma misiva dirigida a los rusos, que “nos están dejando muy pocas opciones para seguir luchando por ustedes y por este proyecto”.
A principios de este año, la ministra de Salud Carla Vizzotti sostuvo que Rusia “no es que no está mandando vacunas porque no quiere, sino porque nosotros tenemos stock y por eso Argentina ha pedido que no envíen”.
El informe, además, alerta sobre el contexto bélico internacional. “Ante la invasión a Ucrania, queda el interrogante sobre cómo estas restricciones pueden afectar la provisión del componente activo con el que la empresa nacional Laboratorios Richmond envasa la fórmula en el país”, dice. (Clarín)