(Por: Rubén Lasagno) – Los políticos son intrínsecamente demagogos, porque son quienes más utilizan las tácticas de manipulación por medio de la cual apelan a las emociones, prejuicios y miedos de la población para lograr apoyo popular, evitando basarse en el razonamiento y/o propuestas concretas, claras y veraces.
Es una técnica de la cual abusan los políticos en campaña, donde aplican discursos populistas, promesas que saben de antemano no cumplirán o aplican simplificaciones con las cuales intentan desviar la discusión hacia algún tema que sean de su dominio personal y dejan a un costado los fundamentos y las explicaciones profundas de por qué lo hacen, con qué objetivo lo hacen y cómo lo hacen.
El intendente de Río Gallegos, Pablo Grasso (FPV) es un artífice de la demagogia política y aplica esta receta que le ha dado excelente resultado hasta ahora, porque cuenta con dos campos fértiles propensos a que esa anomalía política prospere: una sociedad apática o complaciente y medios afines, manejados por la billetera municipal que sirve de fuente multiplicadora de sus sandeces, pero con un aditamento más grave aún: no preguntan, nadie investiga, analiza ni cuestionan y se dedican exclusivamente a repetir como loritos las frases hechas para un fin determinado, en este caso: el festival por el 140 aniversario de la capital provincial.
“Son momentos muy difíciles pero no podemos dejar de festejar nuestro aniversario”, dijo Grasso en Tiempo Sur y agregó “el Estado tiene que estar presente en salud, en obras públicas, en salarios, pero también tiene que cuidar a nuestros emprendedores, a nuestros productores y a nuestros comerciantes” (¿?).
La demagogia al palo del intendente capitalino se puede traducir de la siguiente manera en el mensaje soft que no expresa ninguna explicación en si mismo, sino más bien es una respuesta elíptica a lo que Grasso evita referirse de manera directa y contundente.
La síntesis “traducida” de su idea es: “Tenemos problemas con la salud, la obra pública, los salarios y deberíamos cuidar más a los comerciantes y productores, pero ¿Saben qué? El festival lo voy a hacer igual, le guste a quien le guste”.
El diario Tiempo Sur redacta “Grasso valoró el impacto económico positivo que genera cada año el Festival Aniversario y dijo que hay que distribuir equitativamente los recursos. También destacó que una bandas del interior provincial serán elegidas para presentarse en el escenario mayor porque “la provincia es una y ésta es la capital de todos”.
El medio, al hablar en tercera persona, hace una interpretación de las palabras del intendente y en camino a reafirmar la idea original de Grasso, vuelve a insistir con el valor positivo que tiene año a año el festival (no dice para quién ni por qué) y expresa una frase bastante fuera de contexto como decir que “hay que distribuir equitativamente los recursos” (¿?), eso lo sabemos, debería explicar si se refiere a los recursos destinados para el festival o cómo con el festival logra eso, ya que el contribuyente medio de Río Gallegos entiende que sus recursos no deberían ser volcados en un festival, habiendo tantas prioridades sociales, de infraestructura y servicio, que están postergadas en la ciudad capital.
Sin embargo, el redactor empalmó la frase final con una típica falacia discursiva al incluir la frase “la provincia es una y ésta es la capital de todos”, pretendiendo que la acción de traer una banda del interior al Festival, es la clara expresión de que Grasso “distribuye equitativamente los recursos”; demagogia pura.
El silencio de los no inocentes
Lo que nadie le preguntó y el intendente Pablo Grasso no dice, es cuánto cuesta la megafiesta ni de dónde saca los recursos. Esta omisión y/o silencio nos da el derecho de dudar de la legitimidad de los recursos y la sospecha de la existencia de corrupción, con desvío y robo de fondos públicos.
La oposición política no existe en el Concejo Deliberante de Río Gallegos y no se ve a nadie preocupado por saber y exigirle transparencia al Ejecutivo, aún cuando haya ediles del SER y no hay dudas que sí existe una clara intencionalidad de no interponerle problemas al intendente de la capital, para que lleva a cabo “su fiesta”, cuyos fondos son tan volátiles como la rendición de cuentas de Grasso que no hace (ni hará) y nadie le exige.
Lo que ofrece el intendente Grasso es lo que comúnmente se denomina “Pan y circo” una expresión originada en la antigua Roma, donde los emperadores repartían comida y organizaban juegos circeneses para satisfacer al pueblo, evitando así descontento o revueltas; en la actualidad es la estrategia de los gobiernos para mantener el control social ofreciendo a la población entretenimiento superficial (de comida ni hablar) para distraerla de problemas políticos y sociales más importantes. Las fiestas anuales cada cumpleaños de la capital es la materialización del circo romano.
Pablo Grasso anestesia a la sociedad con megafestivales (navidad, año nuevo y cada 19 de diciembre), donde seguramente muchos llenarán sus bolsillos con fondos públicos que aportan todos los vecinos de Río Gallegos y detrás de todo esto hay grandes negocios (y negociados) que los megalómanos usan para entretener a la masa, mientras saquean recursos que deberían ir en asfaltado de calles, cloacas, infraestructura ciudadana, recolección de residuos, tratamiento de la basura, asistencia social, prevención y salud.
Todo lo que hace el intendente Pablo Grasso es puro populismo y demagogia. Si nadie se le interpone, no le piden explicaciones, no lo emplazan con pedidos de informes, ni le preguntan cuando lo tienen en una entrevista, no es su culpa; es de los que le permiten actuar y prefieren ignorar la realidad por intereses políticos o monetarios. (Agencia OPI Santa Cruz)
Grasso es capaz de traerse a Ladri Depósito, hacer un fifty fifty y así entre ellos consiguen un win win, bien de kukas, con la tarasca de los contribuyentes.
este mas que demagogo es un ladron hijo de puta