El 40 por ciento de las familias usa ahorros para gastos corrientes

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Durante el primer semestre de 2025 el 37,4% de las familias consultadas registra algún tipo de endeudamiento, una cifra que duplica los niveles observados hace dos décadas y evidencia el deterioro de la capacidad de solvencia de los hogares para afrontar gastos diarios sin comprometer ingresos futuros o patrimonio acumulado. Los datos indican que ante la insuficiencia de ingresos monetarios laborales, no laborales o en especie, las familias han debido intensificar estrategias de supervivencia que incluyen la venta de pertenencias, el consumo de ahorros y la financiación de consumos corrientes mediante mecanismos formales e informales. La tendencia muestra una correlación directa entre la caída del nivel de ingresos y el incremento en la toma de préstamos, situación que presiona con mayor fuerza sobre los sectores vulnerables.

El análisis de la composición de este pasivo familiar revela una segmentación clara según el estrato social. Mientras que los hogares de ingresos medios y altos canalizan su necesidad de financiamiento a través de entidades bancarias y financieras, los sectores de bajos ingresos recurren predominantemente al endeudamiento informal con familiares o amigos. En el primer semestre de 2025, uno de cada cuatro hogares a nivel general contrajo deuda, pero la proporción se agrava en el estrato bajo, donde la cifra asciende a uno de cada tres hogares. En una perspectiva de veinte años, entre 2003 y 2025, los instrumentos de financiación mostraron un alza generalizada: los préstamos bancarios crecieron 10,8 puntos porcentuales, mientras que el uso de tarjetas de crédito y la modalidad de compra al fiado registraron un aumento de 28,9 puntos.

La utilización de ahorros para cubrir gastos corrientes presenta una curva ascendente que alcanzó su punto crítico en el primer semestre de 2024, llegando al 40,1%, el valor máximo de la serie histórica disponible. Este indicador, que había oscilado cerca del 35% entre 2018 y 2020, se mantuvo relativamente estable hasta el repunte reciente, lo que sugiere un agotamiento progresivo de las reservas familiares. Simultáneamente, tras un estancamiento entre 2020 y 2023, a partir de 2024 se reactivó el crecimiento en la solicitud de préstamos bancarios y del sistema financiero, retornando a niveles similares a los registrados en 2019.

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En cuanto a la estructura de ingresos no laborales, las últimas dos décadas evidencian una mayor cobertura del sistema previsional y un incremento en la percepción de planes sociales, subsidios y ayudas directas de organizaciones no gubernamentales e iglesias. Un hito particular se observó en el segundo semestre de 2020, cuando el porcentaje de hogares receptores de subsidios y transferencias dinerarias alcanzó el 27,5%. Sin embargo, este soporte estatal y privado convive con una caída de los ingresos en especie y obliga a las familias a complementar sus recursos mediante la liquidación de activos y el endeudamiento sostenido para mantener el funcionamiento de la economía doméstica. (Agencia OPI Santa Cruz)

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